La ejecución de Federico García Lorca acusado por asesinos de “izquierdista, homosexual y masón”
Entre el 17 y 18 de julio de 1936 estalló en España un golpe militar contra la Segunda República.
El 20 se
había producido la sublevación en Granada luego de muchas dudas del general
Miguel Campins, vacilaciones por las que sería ejecutado.
Reestablecida
la mano dura, no se trepidó en firmar sentencias de muerte contra
republicanos, izquierdistas y sospechosos de pertenecer a estas
orientaciones.
El
nombramiento del teniente coronel Velasco Cimarro, ya retirado de la Guardia Civil,
como secretario del gobernador de Granada, sería clave en el destino de
García Lorca.
La
pregunta sin respuesta del diario El Liberal, de Madrid, del 2 de septiembre de
1936.
Al pie de
la Sierra de Alfacar, a 10 kilómetros de Granada, hay dos pueblos: Alfacar y
Víznar.
En este
último, estaba el cuartel de la primera Falange Española de Granada.
De ahí
partían a las afueras donde se realizaban los fusilamientos y se enterraba a
las víctimas.
Allí, en
un lugar que los testigos ni la historia pudo precisar con exactitud, fue
fusilado Federico García Lorca.
Alrededor
de los motivos de su muerte, se tejió una complicada red de viejas
rencillas entre familias, cuestiones políticas, económicas y prejuicios típicos
de la época.
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