Ave incuba en medio de luces de semáforo.

 

Por: Marcelo Peralta
“Foto Somos 1”

 

Las aves tejen sus nidos de hierba, en ocasiones colgante, aldeano de forma restrictiva, huecos de árboles, algunas los fabrican usando cúpula de barro que unen a la tierra con salida que endurece formando una repisa en la pared de la cueva dentro poniendo sus huevos.

 

Allí ponen huevos, sacan, crían, tienen madres majestuosas, buenas, protegen pequeñuelos, colocan en sus picos alimentos, esperan que crezcan, sobrevivir, aprender a volar, lo ejercitan moviendo las alas, participan en juegos saltando en el nido, cuando están listos empujan a hacia la orilla del nido y a volar al aire.

 

La madre siempre está lista a abalanzarse a proteger la cría, se colocar debajo de ella que lleva sobre sus plumas hasta que aprendan a volar.

 

La mayoría de especies hembras son las que construyen el nido como demostración de cortejo en las tejedoras porque tienen más habilidades de escoger, mantener buenos sitios de anidación, hacerlo de alta calidad y perdurables.

 

Aprender a volar    

Es trágico que aves adultas jóvenes no estén listos a emprender el “vuelo” de la vida y el padre obliga a la hembra soltar la cría que aprenda a volar.

 

Hay padres que se esforzaban en ser afectuosos, expresivos, indulgentes a las necesidades, en ocasiones, muy tolerantes al comportamiento de sus hijos, como sucede entre muchos humanos.

 

No obstante, llegada a una edad, el polluelo debe irse a crear su porvenir, escoger la manera de mantener, ser capaces de reproducir y lograr un buen nivel de vida.

 

A algunos machos ya muy adultos no importa sufrir la ida de sus polluelos, estar privados, enfrentar desafíos, tampoco convertirse en “víctimas en medio del peligro”, sino lo que interesa es la supervivencia de los polluelos.

 

Anhelan que los polluelos hagan cosas por su propia iniciativa, levantar vuelos, prosperar asumiendo responsabilidades como lo hicieron sus padres quienes, al igual que los humanos, las aves enseñan valores morales.

 

En casos de los humanos, todavía hay adultos jóvenes que necesitan normas de aprender a “volar”, salir ilesos de la sociedad codiciosa, inmoral y materialista de hoy.

 

Aparecen jóvenes humanos que adultos permanecen su casas de sus padres, no estudian, menos interesa prepararse, convertirse en entes sobresalientes, completar carreras técnicas, universitarias, trabajar, producir, formar hogar, procrear hijos, predicar y practicar valores valiosos.

 

Hacer ardua labor alegra el corazón.

 

Jóvenes deben tener energía a responder favorablemente a la influencia de padres que dedicaron tiempo a la tarea de prepararlos para la vida hasta sentirse felices al dejarlos ir.

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