Mi vida entre dos monstruos (19): Se acercan los momentos de las definiciones.
Por: Luis
Amílkar Gómez
Mi quinto año
en la universidad fue dedicado a estudiar asignaturas muy específicas de la
ingeniería de minas.Luis Amilkar Gomez.Al terminar el semestre de la primavera de 1981, ya tenía una formación académica acabada de lo que era mi profesión.
De izquierda a derecha: Maria Teresa(Colombiana), Homero(Dominicano), Fremi (Dominicano), Caridad (Nicaragüense), Henry (Colombiano), Serguéi (Nicaragüense), Marvin (Nicaragüense), Francisco (Dominicano) y el autor de este artículo.
Fui asignado al profesor Dolgushin, para que
este fuera mi asesor, durante el importante último año de mi Carrera.
Este académico
había sido mi instructor en unos de los cursos que tomé sobre explotación de
yacimientos minerales a cielo abierto.
Por eso, en
junio de ese año fui enviado a KriboiRog, Ucrania, con una misión bien
clara: Hacer
investigaciones sobre el tópico que iba a ser mi proyecto de diploma.
De izquierda a derecha: Maria Teresa(Colombiana), Homero(Dominicano), Fremi (Dominicano), Caridad (Nicaragüense), Henry (Colombiano), Serguéi (Nicaragüense), Marvin (Nicaragüense), Francisco (Dominicano) y el autor de este artículo.
Trabajé duro en
la cantera de hierro de esa ciudad durante el mes de junio y la mayor parte del
mes de Julio, obteniendo todas las informaciones que necesitaba para sustentar
mi tesis ante el jurado examinador.
Para que tengan
una idea de lo que significa esto en una universidad rusa, debo aclararles que
el proyecto de diploma tiene que estar basado en un tema que, al desarrollarlo
el estudiante, traiga innovaciones y soluciones al problema planteado.
Más adelante,
les daré más detalles de lo que es todo este en tinglado en la especialidad que
escogí.
Mientras tanto,
llegué a Moscú a final de Julio e inmediatamente me preparaba para mis últimas
vacaciones de verano en Rusia.
Ya todo estaba
planificado con anterioridad, el grupo de amigos viajaríamos al centro
vacacional de nuestra universidad en el pueblito de Macapsé, cercano a la
ciudad de Sochi.
Sochi, es el
centro de veraneo de Rusia. Está
ubicada en la Región de Krasnodar Krai, cercana a Crimea, a Turkía, entre la
república de Georgia y la región autónoma de Abkhasia.
Es de las pocas
ciudades rusas con un clima subtropical con veranos muy calientes y con
inviernos no tan fríos.
Sochi fue la
sede de los XXII Juegos Olímpicos de Invierno del 2014 y será
una de las ciudades rusas que servirá como base a la Copa Mundial de Fútbol que
organiza la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA por sus siglas
en inglés).
Al llegar a
Mapcasé, los encargados de la casa de descanso cometieron un “pequeño”
error: Pusieron a todos los
dominicanos en el mismo edificio.
El quisqueyano
siempre anda “armado” de su aparato reproductor de música, su juego de dominó y
los tragos siempre aparecen.
Sochi no podía
ser una excepción.
Ahí
estaban Hairi López y su novia nicaragüense Emma, Homero y su novia colombiana
María Teresa, Freimi y su novia nica Caridad y luego estábamos los solteros
Francisco, Serguéi (nica), Rigoberto, Henry y yo.
Teníamos una
rutina propia de jóvenes que disfrutábamos la vida universitaria, sabiendo perfectamente,
que esos momentos jamás se repetirían en nuestras vidas.
La mañana
comenzaba tocando el Himno Nacional Dominicano a todo volumen para que se oyera en todas las
habitaciones. Rigoberto, quien tenía a cargo la música, seguía con un merengue
muy importante para quienes vivíamos lejos de la Patria, cuyo título era “Yo Me
Dominicanizo”.
Luego, salíamos
juntos para el comedor a desayunar. El
staff del lugar se dio cuenta que éramos un grupo alegre y conversador, pero no
problemático.
Localizamos
rápidamente en los alrededores, una residencia, donde se vendía vino cabernet
sauvignon, que producía en unas pequeñas bodegas el
dueño de la casa.
También
ubicamos en una casa de descanso vecina, el establecimiento donde se podía
obtener cerveza a un precio estudiantil.
En las noches,
después de la cena, nos dirigíamos a la famosa ploshadka, que como expliqué
anteriormente, era una terraza al aire libre donde se bailaba diariamente.
A esos bailes
venían muchachas de los resorts cercanos lo que hacía las veladas más
atractivas e interesantes.
Después del
remeneo de cada noche, nos íbamos
al edificio a jugar dominó, escuchar música, hacer cuentos y, por supuesto,
ingerir algunos tragos.
Las playas, a
pesar de ser tan famosas en Rusia, no tenían nada de seductoras. Mayormente eran creadas por las
máquinas y el hombre. En
vez de arena, era un pedregaldonde se ubicaban las sillas playeras.
El agua era
demasiado fría, por lo que apenas, unas cuantas personas se animaban a bañarse.
En uno de esos
días en Mapcasé, ocurrió un episodio que todavía hoy, después de más de 30 años
de acontecido, me avergüenza contar.
Es más, en
estos momentos en que estoy escribiendo, en mi mente aún un poco provinciana,
se debate la idea si debo narrarla.
Excúsenme
aquellos que puedan tener una idea muy puritana de mi persona, pero fue un
episodio que pocas personas han vivido “en carne propia”.
Esta
vez me voy a atrever.
Ahí les va.
Una mañana
después del desayuno, como era habitual, nos dirigimos al lugar de las
cervezas, que siempre era caminando a través de la playa.
A uno de
nosotros, no recuerdo a quien, se le ocurrió que continuáramos caminando a todo
lo largo, a ver que otros lugares de atracción existían.
En cierto
momento de la caminata, tuvimos que dejar la playa, ya que la interrumpía un
farallón insalvable, y nos internamos por un pequeño bosque cuyo camino
desembocaba nuevamente en el mar.
Lo que vimos en
la playa nos dejó a todos perplejos. No
podíamos creer lo que estaba frente a nuestros ojos. Jamás pensamos que en medio de una
revolución socialista existiera algo semejante.
En verdad, en
nuestra mente un poco adoctrinada e inocente, creíamos que eso era vicio del
capitalismo.
Habían en el
lugar entre 40 a 50 personas,
pero tenían todas algo en común: Su desnudez.
Todos estaban
desnudos, no había trajes de baño, no había bikini, ni siquiera taparrabos.
Caminamos
estupefactos y, tal vez, maravillados por lo que veíamos, que no nos dimos
cuenta cuando alguien se nos acercó y dijo:
“Esto es una playa nudista y si
quieren permanecer en ella, deben quitarse la ropa”. Nos mirábamos uno a otro como
preguntándonos y ahora, ¿Qué hacemos?.
Recuerdo que
Serguéi fue quien desafió a todos, siendo el primero en quitarse la ropa
afirmando que eso no era nada, que era natural, que Dios no nos hizo con ropa,
que era la pureza del cuerpo humano, que eso era inseguridad, etc, etc, etc…
El “reverendo”
Serguéi no había terminado su discurso manipulador, cuando ya todos nos
habíamos quitado ropa.
En un lugar
público, como Dios nos trajo al mundo.
Estábamos
sentados en la playa observando unas rusas bellísimas que nos pasaban cerca y
que debieron sentir nuestras miradas aguijoneantes siguiendo sus
movimientos.
Algunos de los
muchachos, sangre latina al fin, tuvieron que meterse al
agua para enfriar los “nervios”.
Regresamos al
resort para el almuerzo y los compañeros que se perdieron la aventura no podían
creer lo que había pasado.
Fue un verano
inolvidable el del 1981. Como inolvidables son todos mis amigos
que compartimos esos momentos irrepetibles.
Regresamos a
Moscú a mediados de septiembre y teníamos que prepararnos para el año académico
que comenzaba a principios de octubre.
Era el inicio
del final. El último año de
mi carrera, el año en que presentaría mi proyecto final, en fin, la culminación
de un largo sueño.
Continuará…
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Saludos.
Mi blogs tiene problemas e ignoro las razones