En la Región Noroeste decenas de personas viven de la cria de abeja y producción de miel y cera.

Por Marcelo Peralta
Fotos Ángel Jerez
Especial para prensaglobaldigital

Montecristi, R.D.- El hombre, a pesar de los estudios científicos, jamás ha podido descubrir los secretos de la abeja en la elaboración de miel.

Este minúsculo insecto de unos 15 milímetros de largo, de color pardo oscuro, de pelo corto y suave que trabajan en sociedad y productora de miel insuperable mundialmente.


Dotada de dos pares de alas transparentes cruzadas de nervios que vive en colonias, cada una de las cuales consta de una sola hembra fecunda, diversos machos y numerosísimas hembras estériles, las que trabajan sin cesar.


Habita en los huecos de los árboles, las peñas, orificios de la tierra y en cajas donde realizan su labor en las colmenas que el ser humano le prepara, produciendo la cera y la miel que tiene gran demanda.


La miel es una sustancia espesa, pegajosa y muy dulce que elaboran las abejas con el néctar que liban de las flores y que depositan después en las celdillas de los panales en huecos naturales, la que se emplea en alimentación por su alto valor nutritivo.


En campos pertenecientes a provincias Santiago Rodríguez, Dajabon, Montecristi y Valverde, situadas en la Región Noroeste, decenas de hombres y mujeres se dedican a la cría y fomento de abeja para producir miel y venderla a nivel nacional y países del Caribe.

Desde tiempos inmemoriales ha sido norma de muchos dominicanos aprovechar las ventajas de las abejas y producir miel y cera que es una sustancia grasa amarillenta segregada por las glándulas del conducto auditivo externo y maleable para comercializarla por de su diversidad de uso.



En las provincias de la Región Noroeste sobreviven directa e indirectamente decenas de personas de la cría de abeja y la extracción de miel y cera.


El primer análisis global de la variación genómica de las abejas revela que estos insectos, muy importantes para el ser humano, tienen una diversidad genética sorprendente.

El estudio de su árbol evolutivo revela que su origen es Asia, y no África como se pensaba en principio.
Científicos de la Universidad de Uppsala (Suecia) han presentan el primer análisis global de la variación genómica de las abejas. Los resultados muestran un nivel sorprendentemente alto de diversidad genética en las abejas e indican que esta especie se originó más probablemente en Asia que en África, como se pensaba anteriormente.
La abeja melífera ('Apis mellifera') es de crucial importancia para la humanidad puesto que un tercio de los alimentos depende de la polinización de frutas, frutos secos y verduras por parte de las abejas y otros insectos. Por ello, grandes pérdidas de colonias de abejas en los últimos años son una causa importante de preocupación.
En concreto, las abejas se enfrentan a amenazas por las enfermedades, el cambio climático y prácticas de gestión. 
Para combatir estos peligros para esta especie, es importante entender la historia evolutiva de las abejas y cómo se adaptan a los diferentes ambientes en todo el mundo.

El investigador del Departamento de Bioquímica Médica y Microbiología de la Universidad de Uppsala, Matthew Webster, detalla que han utilizado tecnología "de última generación sobre genómica" para responder a estas preguntas y han identificado altos niveles de diversidad genética en las abejas.
"A diferencia de otras especies domésticas", explica, "la gestión de las abejas parece tener mayores niveles de variación genética por mezclar abejas de diferentes partes del mundo". 


"Los resultados también pueden indicar que los altos niveles de endogamia no son una causa principal de la pérdida global de colonias", indica Matthew Webster.


Otro resultado inesperado fue que las abejas parecen derivar de un antiguo linaje de abejas que anidan en cavidades que llegaron de Asia hace unos 300 mil años y se extendieron rápidamente a través de Europa y África, un planteamiento que está en contraste con investigaciones anteriores que sugieren que las abejas son originarias de África.


"El árbol de la evolución que se construyó a partir de secuencias del genoma no admite un origen en África, lo que nos da una nueva visión sobre cómo las abejas se extendieron y se adaptaron a los hábitats en todo el mundo.
 
Las abejas son seres muy sensibles a los cambios climáticos.


Además, se vio que el cambio climático ha afectado de manera importante a las poblaciones de abejas históricamente.

 "Las poblaciones de Europa parecen haberse reducido durante las edades de hielo, mientras que las africanas se han expandido en esos momentos, lo que sugiere que las condiciones ambientales eran más favorables", argumenta.

Los investigadores de este nuevo trabajo sobre el genoma de las abejas también identificaron mutaciones específicas en genes importantes para la adaptación a factores como el clima y los agentes patógenos, incluidos los que participan en la morfología, el comportamiento y la inmunidad innata.


"El estudio proporciona nuevos conocimientos sobre la evolución y la adaptación genética y establece un marco para la investigación de los mecanismos biológicos que están detrás de la resistencia a enfermedades y la adaptación al clima, conocimientos que podrían ser vitales para la protección de las abejas en un mundo que cambia rápidamente", dice Webster.

Comentarios