A pesar de los avances la vulnerabilidad aumenta en Santiago.
Foto cortesia equipo de El Caribe.
Por Marcelo Peralta
Santiago, R.D.- La
ciudad de Santiago, el Primero de América y del Nuevo Mundo, la que mas personalidades
a la Presidente ha aportado al país, es la Segunda en desarrollo, con
instituciones de soporte político, económico, social, estructuras similares a
la existentes en la Capital, sin embargo, miles de familiares viven en
vulnerabilidad social, educativa, económica, cultural, humana, ideológica, técnica,
política, porque han emigrado de los campos sin estar preparados en diversos
afectos que exigen las ciudades.
Emigran de campos a
las ciudades en busca de cambiar sus modelos de vida, sin embargo, viven en
condiciones vulnerables formando los cinturones de miseria, marginalidad, pobreza extrema, desigualdades, “atrincheran”
a orillas de ríos, arroyos, cañadas, en promiscuidades, surgiendo desde ahí los
eventuales delincuentes, drogadictos, atracadores, antisociales y prostitutas.
La vulnerabilidad en el
Primer Santiago de América, el que posee edificios que datan desde la visita de
Pedro Scotto a América y su camarilla de delincuentes patrocinados por los
Reyes Católicos de España del 1492, que aunque ha crecido en su desarrollo de
edificaciones suntuosas, sin embargo, tiene en medio de la zona urbana y sus
laterales cañadas repletas de aguas residuales, basuras que van al Río Yaque
del Norte y miles de familias viviendo en sus riberas.
Las desigualdades
entre familias va en crecimiento, unido a las llegadas de centenares de millares
de haitianos y haitianas carentes de hábitos, costumbres, educación ciudadanas,
de respeto al medio ambiente cometiendo todo tipo de “indelicadezas”.
Es tradición, que
familiares enteras salen de los campos ubicándose en áreas de altos riesgos
físicos debido a la pobreza, falta de alternativas donde haya menos peligros,
carente de productividad, sus vidas son verdaderos desastres, desintegración familiar
de sus miembros a corta edad, descarrilamiento social, peligros de muerte,
incurren en actos delincuenciales y, muchas jovencitas se prostituyen y al
final, resultan contagiadas del VIH.
Muchas veces son los
factores económicos, educativos que los “arrastra” a llegar a los niveles de pobrezas,
mentales ya que mudarse del campo a las ciudades a algunos beneficia; mientras a otros los frustran ya que no se acomodan a
las condiciones y exigencias de su nuevo hábitat.
En los campos, muchos
no pagan agua potable que fluye por las tuberías ya que las consumen desde los ríos,
no tienen que pagar energía eléctrica, alquiles de viviendas, transporte,
recogida de basura, mantenimiento de limpiezas donde viven, algunos no
estudian, no poseen base sólida; contrario ocurre en las ciudades que todo es a
base de dinero.
La vida de muchos se
convierte en un “desastre” y al tratar
de querer regresar no pueden porque vendieron los mini y latifundios que poseían
para cubrir sus estadías en las ciudades.
Sin dinero, ni casas,
desempleados, la ausencia de presupuestos públicos adecuados, falta de
diversificación de la base económica, situación que los arrastra a vivir a
orillas de cañadas, poniendo sus vidas en riesgos latentes.
La vulnerabilidad
social por el bajo grado de organización, cohesión interna de comunidades en
riesgos, que impiden su capacidad de prevenir, mitigar y responder de manera
adecuada a las situaciones de desastre, muchos de ellos mueren ahogados
defendiendo sus ajuares en tiempos de lluvias para evitar que se los roben.
Las posiciones que
asumen, tiene que ver, también, con el tipo de relaciones que se establecen
entre la población, que impiden la acción común, el surgimiento de liderazgos, el
aprovechamiento de los recursos que poseen y sus habilidades a hacer los “reajustes”
permanecer batallando.
Incurrir en la política
partidarista son otras de las “trabas” que conlleva a muchos al “fracaso”,
aunque ha varios de ellos, unos más osados que otros que han logrado ascender y
superar escollos.
En el alto grado de
centralización en la toma de decisiones, organización gubernamental, escasa
autonomía para decidir en los niveles ascendentes, locales, comunitarios, impide la participación
activa de los actores sociales en estos niveles territoriales, limitando su
participación cuasi exclusivamente a las acciones de emergencias a miles de
familias.
Los niveles de vulnerabilidad
cultural constituyen otros de los grandes escollos que “amarra” el autoestima
colectiva de centenares de familias que han sido dañada por sucesivos
acontecimientos de violencia política, social, el narcotráfico, la corrupción,
la dejadez de las autoridades, el debilitamiento del tejido social, configurándose
una peligrosa tendencia hacia una débil autoestima, pertenencia colectiva, que
desvaloriza lo propio y la acción alrededor del bien común entre el núcleo
familiar.
Y de la vulnerabilidad
educativa ni se diga debido a la ausencia e inadecuada orientación de programas,
acciones educativas que informen y formen capacidades en la población para
participar como ciudadanos, relacionarse adecuadamente con el ambiente con un
grado de preparación que recibe la población, formas de un comportamiento
adecuado a nivel individual, familiar, comunitario y en caso de amenaza y
ocurrencia de situaciones de desastres.
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