Doña Angélica Ureña: Es de las madres que nunca mueren. Sus recuerdos no perecerán.
Angélica Ureña
Cuando cada uno de ellos y ellas mira hacia
arriba saben que el amor que usted les dio nunca se apagará.
Gracias viejita por cuidarlos a todos y todas más
allá de la vida.
Sabes, eres la mejor madre de todas.
Doña Angélica Ureña es las madres que merecen el
crédito por todas las felicidades de sus hijos, nietos, biznietos y
descendientes.
Con tu partida todos han sido afectados.
Nadie en esta vida es eterno.
Nadie por bonita que tenga la cara soporta la perdida de una madre buena.
Por desgracia las mamás nos dejan y se van con el Señor.
Muchos quisiéramos tenerlas siempre a nuestro lado, pero es “imposible”.
Lo que jamás puede pasar es que dejemos de lado sus recuerdos, porque esa
es la forma de mantener viva a una Madre ida a destiempo.
Nuestras Madres han sido protectoras, amigas y compañeras.
Que llegue el día de la Madre y no tenerla al lado es una enorme y dura
pena.
Aunque podemos tomarlo de forma positiva porque ella aún nos cuida y nos
vela desde algún rincón del bello Cielo.
No hay hijos feos, grandes, pequeños para una madre abnegada, sino que
todos son buenos y bonitos.
Las Madres buenas siempre nos enseñan a no bajar los brazos.
Pero, los que hemos perdido a nuestras Madres nunca asimilamos sus
partidas.
Soy uno de lo que me mantengo en pie porque sé que es lo que mi madre me
decías.
Y si no fuera por el recuerdo de sus sonrisas y palabras positivas que aún
retumban en mi cabeza, a pesar del tiempo de partida sería muy duro seguir
adelante.
Hay que darle gracias a Dios que nos las cuiden donde quiera que estén.
Nuestras viejita con sus acciones y
obras se ganaron su lugar en el firmamento.
Sus fallecimientos nos dejan vacíos en nuestros corazones, pero sus
recuerdos llenan a cada instante de fortalezas.
Siempre sus rostros viven pegados a nuestros recuerdos, “eso nos trae emociones”.
Nunca olvidamos se van de nosotros sus enseñanzas.
Y “debemos llevarlas pegadas en nuestros corazones, porque de ellas
nacimos”.
Ellas, dejan huellas dentro de sus hijos e hijas,
como es lógico.
El recuerdo de tus besos y abrazos se desvanecen,
aunque luchamos para no olvidarle, sin embargo, la mente, es débil y opaca lo que no tenemos a nuestro
lado.
Uno la extraña y aunque sabemos que descansan en
paz nos renegamos en ocasiones, porque sentimos que Dios pudo dejarla en este
mundo por más tiempo, porque nos hacen faltas, las necesitamos y extrañamos.
“Es la ley de la Naturaleza, nacer, crecer,
reproducirse y morir”.
Así es la vida, y hay que decirles a nuestras
viejitas, no nos quedan más que sus recuerdos.
¡Halla nos juntaremos!.
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