Internan de nuevo al presidiario Adriano Román: Hombre con un historia “negro:”.
Adriano Ramón Román y Román, 80 años de edad.
Por Marcelo Peralta
NOTA: varios de los datos que escribimos en prensaglobaldigital son extraidos de varios escritos por periodistas y publicados en medios fisicos y ciberneticos especia Acento.com de la periodista SARA PEREZ.
NOTA: varios de los datos que escribimos en prensaglobaldigital son extraidos de varios escritos por periodistas y publicados en medios fisicos y ciberneticos especia Acento.com de la periodista SARA PEREZ.
Santiago, R.D. El empresario santigaués Adriano Román que emula
con sus diabólicas acciones al estilo del emperador Romano Julio César Augusto Germánico, el que obligó a empleados a suyo a violar a su propia esposa Miguelina
Llaverías, la que luego arrastró hasta la calle, herida, torturada sus senos con un alicate, la sacó desnuda a las calles y
debido a las lesiones se creyó que perdería hasta uno de sus seno y después contrató
a sicarios para que la matara, desde la cárcel planificó y pagó a sicarios para matar al abogado Jordi Veras, hoy ha sido internado en un centro
de salud.
El
empresario santiagués Adriano Román Román, condenado a 20 años de prisión por
el intento de asesinato contra el abogado y comunicador Jordi Veras, está
interno desde hace diez días en un centro de salud privado de aquí, y al decir
de su médico de cabecera, en condiciones muy delicadas.
En
efecto, Román Román está recluido en la habitación número 203 del Instituto
Materno Infantil y Especialidades, ubicado en la avenida Juan Pablo Duarte,
donde es atendido por siete médicos, entre ellos cardiólogos, internistas y
cirujanos generales.
El
doctor Luis José Castillo, médico de cabecera de Román Román informó que éste
fue ingresado en ese centro de salud el pasado 19 de septiembre tras presentar
un cuadro clínico cardiovascular muy complicado.
La historia de este monstruo
no termina ahí con los maltratos a su esposa, madre de sus hijas, sino que
desde la cárcel donde purga una condena, contrató a un grupo de sicarios para
asesinar al abogado Jordi Veras Rodríguez, hijo del refutado abogado, doctor Ramón
Antonio Negro Antonio Veras, defensor de la señora Miguelina Llaverías, quienes
le dispararon en la cara, perdiendo el profesional uno de sus ojos.
El curriculum que tiene el empresario Román, no se queda ahí, e incluye
acusaciones de pederastia, violaciones, tiroteos, incendios intencionales,
torturas, órdenes de asesinato, contratación de sicarios, asociación de
malhechores, ataque con ácido del diablo e intento de electrocutar a un
hermano, acosos y amenazas contra varias personas.
Román para mandar a matar a
Veras contrató a un grupo de sicarios que integraban a Candy Caminero Rodríguez
como quien por encargo de Román disparó contra Veras Rodríguez en
el parqueo de un canal de televisión 25 donde laboraba en el programa
Boreal en Santiago.
El
empresario Román quien cumple una condena de 20 años
de cárcel por el intento de asesinato de su exesposa y madre de sus hijos Miguelina Llaverías
ocurrido en el año 2005, habría contratado a cuatro sicarios para que
asesinaran al joven abogado y comunicador Jordi Veras Rodríguez.
La trama para matar a Veras Rodríguez fue dada por el entonces
Procurador General de la República, doctor Radhamés Jiménez Peña; la fiscal de
Santiago, Yenny Berenice Reynoso Gómez y el jefe de la Policía, mayor
general José A. Polanco Gómez.
De acuerdo al informe, los autores
materiales operaban una red de sicarios y extorsionadores disfrazados de
detectives privados, con ramificaciones internacionales y en cárceles del país.
Fiscales e investigadores policiales
realizaron las investigaciones y lograron apresar a Francisco Alberto Carela
Castro-Frank Castro-, quien por encargo del empresario Román, contrató los
servicios de los supuestos sicarios; Roberto Zabala Espinosa, Candy Caminero
Rodríguez, exprimer teniente y exsargento de la Policía, cancelados y puestos a
disposición de la justicia por homicidios, el 8 de mayo del 2007; también al
sargento mayor Arturo J. Ferreras del Castillo (alias Moreno), quien fue
cancelado de manera deshonrosa de la institución del orden.
En aquel entonces, el informe y la investigación, Carela Castro, apresado por filmar videos en moteles, identificó de manera clara y precisa a Zabala Espinosa, a Caminero Rodríguez y Ferreras del Castillo-Moreno-, como los autores materiales del atentado contra Veras Rodríguez, determinándose que el primero conducía el carro que utilizaron para escapar una vez abandonada la motocicleta, y repartió 100 mil pesos que recibió por la acción criminal.
Apoyado en el informe oficial, Caminero Rodríguez fue la persona que
realizó los disparos contra Veras Rodríguez, Ferreras del Castillo-Moreno- era
quien conducía la motocicleta utilizada para cometer el hecho, la cual fue
dejada abandona a poca distancia de la escena y recuperada por la Policía.
Ha de recordarse que las autoridades del Ministerio Público y la Policía aportaron las evidencias testimoniales, documentales y grabaciones, que demostraron que las personas involucradas se constituyeron en asociación de malhechores, bajo las órdenes de Román, para orquestar el plan macabro de atentar contra la vida de Veras Rodríguez.
Entonces, el proceso investigativo fue de
tal magnitud que las autoridades establecieron hasta la forma cómo fue obtenida
la motocicleta utilizada por los perpetradores del atentando y los mecanismos
para obtener datos sobre la vida de la víctima a través de data créditos; los
contratiempos en la planificación y ejecución, así como la forma que se
realizaron los pagos a los sicarios a través de la compañía de detectives
dirigida por Carela Castro (Frank Castro).
El caso fue sustentado, por testigos oculares que identifican a los
detenidos como las personas que el día del atentado contra Jordi Veras dejaron
abandonada la motocicleta que utilizaron para cometer el hecho y se despojaron
de atuendos que tenía como gorras, una boina y dos abrigos, uno gris y el otro
azul.
Se determinó en las investigaciones que la motocicleta utilizada para escapar de la escena había sido robada por los policías mediante asalto el 22 de marzo de este año, en el sector Cristo Rey, del Distrito Nacional.
Planes para matar jueces.
Las macabras acciones de Román no se quedan ahí, sino que habían planes
para asesinar jueces del Distrito Judicial de Santiago no favorecerlo con la
libertad bajo fianza y prisión domiciliaria.
En aquella oportunidad, la fiscal de Santiago, Yeni Berenice Reynoso inició
una requisa a la celda del presidiario ubicada en Rafey y encontraron
informaciones y evidencias de que éste pretendía mandar a matar fiscales,
jueces, camarógrafos y periodistas.
La magistrada Yenny Berenice Reynoso dijo que entre los que serían asesinados había un juez de la Suprema Corte de Justicia.
El día la sentencia contra
Román el Primer Tribunal Colegiado del Juzgado de Primera Instancia del Distrito
Judicial de Santiago, estuvo presidido
por la jueza Annelis Torres e integrado por los jueces José de Asís Burgos y
Sergio Furcal para el veredicto en torno al intento de asesinato contra el
abogado Jordi Veras.
Este prontuario de
hechos cometidos por Román no se mencionar otros procedimientos con los que se
agencia la impunidad y convierte en obsequiosa servidumbre, a los oficiales de
la policía encargados de vigilarlo, para que siguiera repitiendo sus
atrocidades.
Los capítulos de la
macabra historia revelan toda una vida de truculencias, que se remonta,
incluso, a cuando era niño y se dedicaba a pasatiempos al estilo de
despanzurrar gatos, perros y aves, por el placer de ver los estertores de la
agonía.
La longitud exacta de su
rosario de crímenes es desconocida, como la magnitud de la chorrera de
impunidades con que la propia justicia y la sociedad, tan condescendiente con
quien tiene cuartos, han prohijado sus espeluznantes hazañas.
Muchos consideran que la
hilera de crímenes y hechos violentos cometidos por Román es que por donde
quiera que pasa, solo queda el vaho a azufre, el reguero de sangre y el
autobombo de quien siendo una vergüenza para la especie humana, demasiadas
veces se ha salido con la suya, atrincherado tras los millones que le han
servido de licencia para hacer todo lo que le ha dado la gana y casi siempre
salir impune o, como ha ocurrido ahora, que pese a los cargos que pesan sobre
su persona, de todas formas, sigue manejando su fortuna desde la cárcel, para
orquestar más crímenes.
La negra historia de
éste personaje se remonta al primer caso registrado formalmente en su contra,
data de 1975, cuando fue acusado de la violación de una niña de 11 años y
confirmada por el médico que examinó a la víctima, pero la madre de la infante
retiró la querella, a instancias del padre de la menor, que al parecer, había
llegado a acuerdos no especificados con Adriano.
En 1978, Adriano Román
estaba otra vez acusado de violación a otra menor de 12 años de edad y el caso
también se diluyó.
El acucioso y veterano
periodista Ramón de Luna en una entrevista que le hizo a Román el 13 de
enero de 1978, le preguntó directamente por esos casos y por lo que había
tenido que pagar a los padres de las niñas para llegar a acuerdos
extrajudiciales.
El señor Adriano negó haber
pagado, pero la tarifa era vox populi: entre 2 mil y 3 mil pesos por himen
infantil y los casos mencionados en los corrillos de Santiago, multiplicaban
por mucho los únicos dos que habían conseguido llegar hasta los tribunales,
aunque se evaporaran allí.
Entre el 1975 y el 1978,
el señor Román había protagonizado, unos episodios horripilantes ocurridos en
Santiago y que conmocionó a todo el país.
Ha de recordarse que el
día 20 de diciembre de 1977 llevó a su exesposa, doña Miguelina Llaverías, a
una de sus fincas en Villa González, presuntamente para discutir asuntos
familiares.
Ya en la finca, Adriano
encañonó a doña Miguelina con un arma, la ató y la sometió a golpes y torturas,
armado de un alicate golpeó, hirió, retorció y lastimó los senos y otras partes
del cuerpo de la madre de sus cuatro hijos.
Le ordenó a hombres que
estaba en la finca, que la violaran y luego la arrastró hasta la calle, herida,
torturada y desnuda.
Las lesiones fueron de
tal naturaleza, que se habló de la posibilidad de extirparle un seno, que los
médicos lograron recuperar a base de medicamentos y terapias.
De esos hechos,
confirmados y confesados por el violador contratado por Román y por vigilante
de la finca, que en el Tribunal fue testigo, Adriano salió completamente
impune, por los buenos oficios que a su favor interpuso el abogado Marino Vincho
Castillo-Vincho- que entonces era su abogado y mantenía bien engrasado, un
equipo de jueces, autoridades y policías de lo más complaciente.
Vincho consiguió que el
caso fuera trasladado a la Capital y allí encasillado con un No Ha Lugar.
Hasta el día de hoy se
desconoce qué le costó a Román la amable condescendencia de los jueces.
Entre los abogados de
doña Miguelina se hallaba el doctor Ramón Antonio Veras, quien es el padre de
la víctima conocida más reciente de Adriano, el abogado Jordi Veras.
En los archivos de los
periódicos de la época hay constancias de que Adriano Román, primero trató de
evadir a la justicia escapando a Nueva York y luego la neutralizó, a pesar de
que muchas personas de Santiago se movilizaron en repudio a sus crímenes.
En el 1978, la policía
llegó a impedir las manifestaciones de solidaridad con doña Miguelina Llaverías
y las protestas contra Adriano Romá.
Probablemente el éxito
de agredir a esos extremos y de ser perfectamente conocido por todos, sin ser
penalizado en lo absoluto, alentó al potentado en su dilatada carrera de
guadaña sedienta y afilada.
En 1997 Adriano estaba,
otra vez, en problemas con la justicia, cuando Genaro A. Pérez, (Yoryi), una
personalidad muy conocida y querida en Santiago, lo sometió por amenaza e
intento de incendio.
Yoryi tenía en alquiler
un local comercial propiedad de la familia Román.
El local era utilizado
por Yoryi como almacén de los periódicos El Nacional, Hoy y El Siglo.
Para forzar la
desocupación de ese inmueble, sin seguir los canales institucionales para ello
y en violación a los acuerdos con un inquilino que estaba al día en todos sus
pagos, fueron provocados dos incendios, el 31 de mayo y el 16 de junio de 1997,
que generaron grandes pérdidas económicas para Yoryi.
No satisfecho con estas
acciones, por las que estaba directamente acusado un hermano de Adriano, Pablo
Narciso Román.
Adriano Román puso en absoluta evidencia quién
era el responsable final de los hechos, cuando en julio de 1997 se presentó al
local, ubicado en la Batalla de Beller con Sully Bonnely en el mismo centro de
la ciudad de Santiago y amenazó de muerte a Yoryi y con “volver” a incendiar el
local.
Román se dedicó a
perseguir, acosar y amenazar a la familia de Yoryi a quienes hubo que ponerle
protección policial, y también a uno de los jueces de la Corte de Apelación de
Santiago, a quien le envió un mensaje que salió a relucir en los tribunales:
“…si condena a mi hermano Pablo Nicasio Román, él sabrá quién es Adriano Román
en este país”.
La Primera Cámara Penal de
Santiago fue apoderada del caso e impuso una fianza el 1 de octubre de 1997 por
un valor de 300 mil pesos.
Como es su costumbre, el
acusado negó todos los hechos, aunque parte de estos habían ocurrido ante
docenas de testigos, a voz de cuello y en medio de rebuluses en los que tenían
que intervenir la policía.
Sin embargo, el 24 de
agosto de 1999 acabó firmando un documento y pagando la suma de 400 mil pesos
como reparación por los daños causados a Yoryi.
El 2005 fue uno de los
años estelares en la carrera de Adriano Román.
Este personaje volvió a
la carga y el 26 de febrero se presentó a la casa familiar, donde estaba su
hermano, Pablo Narciso Román y se dirigió a la habitación de este, llamándolo
para entregarle un “regalito”.
Cuando Pablo Narciso
abrió la puerta, Adriano lo atacó con ácido del Diablo y además lo sometió a
descargas eléctricas, con un aparato que portaba.
La madre de ambos
hermanos estaba en el hogar al momento de la agresión y Pablo Narciso se salvó
de chepa.
Por esos hechos, el
señor Román fue condenado en la Segunda Cámara Penal del Juzgado de Primera
instancia del Distrito Judicial de Santiago a un año de prisión, al pago de una
multa de 5 mil pesos y, también a 1
millón de pesos como indemnización a favor del hermano.
¿Pero tenía Román en ese
tiempo el plato lleno con una acción criminal? No, qué va.
En ese año, según lo que
se estableció en corte y por lo que fue condenado, también encontró tiempo para
contratar unos sicarios, a través de la empresa “Facsaint detectiva, S. A”,
dedicada a esa clase de servicios, con la encomienda de asesinar a la ex-esposa
de Román, doña Miguelina, la misma señora que él había torturado y mandado a
violar en el 1977.
28 años después de
torturarla, violarla y mandar a otros a violarla, mientras él tomaba fotos,
Román todavía tenía su venganza pendiente contra doña Miguelina.
La señora fue atacada
con disparos, a la entrada de su casa.
El informe médico
explicaba los detalles: “Recibió una herida de bala con entrada interauricular
derecha, produciendo estallido de la base de la lengua, destruyendo
parcialmente la dentadura inferior, con orificio de salida a nivel de la
mejilla izquierda (…).
A nivel del oído
derecho, presentó desgarro de la membrana timpánica (…).Parálisis facial
derecha, por lesión parcial del nervio facial…”
A consecuencia de esto,
doña Miguelina Llaverías padece secuelas permanentes del órgano de la
masticación, una disminución drástica de la capacidad auditiva y una parálisis
facial, sin hablar de las secuelas sicológicas.
Los hechos fueron
probados en los tribunales y en esa ocasión, su abogado Vincho, tal vez ocupado
en otros casos más rentables, no apareció para volver a rescatar a su viejo
cliente de la acción de la justicia.
Mediante la sentencia
107 del 24 de Mayo del 2007, del Primer Tribunal Colegiado de la Cámara Penal
del Juzgado de Primera Instancia de Santiago, Adriano Ramón Román Román, el
legendario “Calígula del Callejón del Mercado de Santiago”, fue finalmente
condenado con la pena correspondiente a uno de sus crímenes: 20 años de cárcel
y el pago de 5 millones de indemnización, que se convirtieron en 25, cuando los
abogados de la parte acusatoria, Jordi Veras y María Alejandra Veras Pola.
Establecieron que existiendo 5 condenados y cada uno le correspondía pagar 5
millones, pero habían cuatro insolventes, la indemnización total le
correspondió pagarla a Román, porque las leyes establecen que quien se asocia
para hechos delictivos y criminales y tiene recursos, debe asociarse también
con sus colegas en el pago de las indemnizaciones, si estos no le pueden hacer
frente a la penalidad económica.
Hubo apelaciones, pero
no prosperaron.
La sentencia definitiva, la 218, fue emitida por la Suprema
Corte de Justicia y leída el 2 de junio del 2010.
¿Recluido en la cárcel
de Rafey, en Santiago, se tranquilizó Adriano Román y se dedicó a
reformarse para ver si en algún momento podría reintergrarse a la sociedad, sin
ser una amenaza contra todo el que pasara por el lado? No. Para Nada.
Caso de Jordi Veras.
Justo el 2 de junio del
2010, para combinarlo con su sentencia, se produjo el atentado contra el
abogado Jordi Veras, a quien los sicarios contratados por Román -según la
confesión del jefe de ellos- le pegaron dos disparos en la cara.
Jordi, un abogado muy
joven, adepto a los deportes y con una familia con niños pequeñitos, perdió un
ojo y las tres cuartas partes de la visión del otro.
El mantenimiento de ese
pequeño rango de visión y la recomposición de su mandíbula, necesitaron
numerosas intervenciones quirúrgicas especializadas y de alta tecnología, a
costos exhorbitantes, tanto en República Dominicana como en Estados Unidos.
Las pruebas físicas y
testimoniales -que incluyen confesiones de sicarios y grabaciones de Román
coordinando el crimen, fueron presentadas durante las audiencias reenviadas
unas cuatro decenas de veces, durante las que la “defensoría” pública, al
servicio del señor Román, recurrió a toda clase de artimañas para prolongar
frívola y artificiosamente el juicio.
Pero el abrumador y contundente resumen final de las mismas, realizado por los fiscales y por el abogado de la parte acusatoria, Lorenzo Fermín, no dejan ninguna dudas de lo que Román amenazaba con demostrar en el 1997: “Quién es Adriano Román en este país”.
Pero el abrumador y contundente resumen final de las mismas, realizado por los fiscales y por el abogado de la parte acusatoria, Lorenzo Fermín, no dejan ninguna dudas de lo que Román amenazaba con demostrar en el 1997: “Quién es Adriano Román en este país”.
Ya Adriano Román ha
demostrado quién es él en este país.
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