Por Marcelo Peralta.
El ser humano
tiene etapas del ciclo de vida, con la población y la equidad enfoque
diferencial a los animales.
La droga se ha llevado los lujos y la fama de
muchas personalidades.
Este maldito producto se ha llevado las
fiestas y la alegría de ilustres hombres y sobresalientes mujeres.
En Santiago, República Dominicana tenemos el
caso del periodista Carlos Cepeda y no obstante, hay muchos jóvenes y adultos atrapados
y habría que decir: “Si lloras por capricho o por melancolía, olvida ya la pena
y vive del presente”.
Hay un proverbio
de origen chino que ha calado el mundo: “Que una imagen dice más que mil
palabras”. La evidencia está ahí.
El ejemplo
del músico y maestro colombiano Egdar Espinosa, hijo de músicos y su composición
cumbre es “Querer es poder” que compuso mientras
era pilar del “Grupo Los Niche”.
Autor de los temas “Querer es poder”; “Buenaventura
y Caney”; “Homenaje de corazón” y “Enamorado de ti”; “Como Duele”;
“Mujer divina”; “Soy callejero”; “Veneno
infernal”; “Feliz cumpleaños Bogotá”.
Ese talento
que en los años del 1970 fue maestro y pianista del “Grupo Niche”,
hoy por efectos de consumir “drogas” vive el duro golpe de pasar de la “fama
al infierno en las calles”.
Aunque su vida es un desastre,
es músico profesional de salsa. Pero en la actualidad “vive en la indigencia, aunque
su mente está muy estropeada, recuerda viejos ritmos”.
Ese que hoy
es un harapiento, que ayer hizo gozar millones de espectadores, sin embargo,
hoy día vive en la mendicidad, el abandono y enfermo.
Su talento es indiscutible y su amor por la
música lo es aún más.
Atrapado por
la maldita droga, Edgar Espinosa dice: “Mis manos están cansadas” de hacer lo que
no saben.
“Mis
manos están cansadas” de hacer lo que no quieren”.
“Mis manos están cansadas” de hacer lo que
no deben”.
A pesar de haber sido un hombre famoso, por
causa de las drogas le ha tocado reciclar, barrer excrementos humanos y de
animales para conseguir dinero y comer migajas.
Edgar Espinosa tartamudea con nostalgia la
canción “Soy Callejero”; que compuso un día mientras reunía vidrios y cartón
para conseguir dinero y poder comer, una preocupación impensable en los años
maravillosos que vivió al hacer parte de la Orquesta Internacional Los Niches.
De vivir de lujos en lujos, viajes,
conciertos, mujeres, países, drogas, placeres, comodidades y fama.
Hoy vive en la calle, solo, junto a la música, ese “vicio”
que por nada del mundo piensa dejar, y con el cariño de los que saben que es un
maestro de la salsa en Colombia.
Mantiene
su amor profundo por la música la que es cuestión de genética.
Familia de músico.
Su padre era trompetista y se convirtió en
el mejor del mundo.
La mamá es saxofonista y hoy, ella a sus 80
años, sigue tocando en una iglesia cristiana junto a una hermana y unos
sobrinos de Edgar Espinosa.
Su hermano Fabio “Pita” Espinosa es trompetista profesional,
que es el mismo que nombran al final de la canción “Del Puente para Allá”.
Edgar Espinosa toca todos los instrumentos,
pero se inclina más por el piano, la trompeta, el trombón, pero su favorito es
el saxo tenor.
Nacido
en Cali y desde pequeño fue siempre toda una estrella donde ganaba los
concursos del colegio y nunca pasaba inadvertido.
Su espontaneidad en el escenario viene desde
aquellos años y Joe Arroyo y “Fruko eran sus tesos e ídolos”.
A los 13 años ya era todo un músico profesional,
donde tocaba los timbales en la orquesta de los Hermanos Martelo.
Dice
que no es muy bueno recordando fechas, pero cree saber cómo sucedieron las
cosas.
A Edgar Espinosa se le iluminan los ojos
cuando habla de la Orquesta Internacional Los Niches.
Es
casi seguro que si los amantes del “Grupo Niche” se detienen por un segundo a
desempolvar el acetato de “Querer es
poder”, el segundo trabajo discográfico lanzado en 1981,
descubrirán el nombre de Edgar Espinosa.
Comentarios
Publicar un comentario