Obispo pide sanciones drásticas contra responsables de incendio.
Este tipo de hechos debió evitarse mejorando
las condiciones indignas que hayan sufrido y sigue sufriendo la niñez acogida
en los hogares a cargo del Estado”, expuso Vian Morales.
El
religioso exigió a las autoridades el inmediato el retiro de sus puestos y someterlos a la de
funcionarios relacionados con la tragedia.
“Que
las políticas de protección a la niñez y adolescencia se adapten, respetando el
marco legal e internacional vigente”, agregó.
Varios menores fueron trasladados a Estados Unidos para tratarlos.
El
Arzobispo Metropolitano recordó que antes del incendio existían ilícitos como
abusos sexuales y de otra índole, que también deben tener persecución penal,
refirió.
Desesperación.
Cegada por el dolor, la madre de Lilian
Andrea Gómez, de 13 años, abandona la morgue del Instituto de Ciencias Forenses
de Guatemala en medio de un familiar y una psicóloga voluntaria.
Acaba de ver, por última vez, un cuerpo
carbonizado del que sólo las pruebas de ADN permiten asegurar que se trata de
su pequeña, una de las 40 víctimas del incendio el miércoles.
“Maltrataron a mi nena”, musita entre
lágrimas, como subrayando el hecho de que Lilian Andrea no solo perdió la vida,
sino lo hizo en unas condiciones de brutalidad extremas.
Pero, antes de poder retirar el cuerpo para
velarlo de acuerdo a sus creencias, todavía tienen que realizar un engorroso
trámite burocrático.
En
la sala de espera de la morgue, los familiares de otras de las víctimas esperan que se les confirme la identidad de sus parientes.
Han pasado la noche en unos
sillones incómodos.
Transcurridos tres días desde la tragedia en el hogar
seguro Virgen de la Asunción, siguen sin tener certeza de la suerte corrida por
sus hijos.
Una mujer que se acerca a la
puerta principal el ingreso está vedado a la prensa, tiene gesto de llanto,
pero las lágrimas se le han agotado.
El cansancio, las noches sin
poder conciliar el sueño más que a ráfagas, un sentimiento de impotencia
absoluta y un cada minuto más débil rayo de esperanza, “tal vez no sea ella”,
completan el retrato.
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