Una cosa es con guitarra…
Por Néstor Estévez
Desde
fuera todo es muy bonito, pero asumir la comunicación como oficio “tiene sus
bemoles”.
Desde
fuera parece muy simple. Cualquiera con acceso a internet y un equipo sencillo
hace saber y hasta puede lograr más impacto, informando o desinformando, que
cualquier gran cadena internacional. Por eso dicen muchos estudiosos que
vivimos esa etapa de “todos comunicando para todos”.
La
diferencia suele salir a flote cuando se presenta alguna situación compleja.
Como se suele citar de las Sagradas Escrituras, “ahí es que viene el llanto y
el crujir de dientes”.
En el
ámbito de la comunicación como campo de estudio de las ciencias sociales se
suele hablar de “gestión de crisis”. Es como una especie de “dios de los
apuros”, del que nos olvidamos en los tiempos de bienestar y felicidad, pero
acudimos apresurados cuando “se aprieta la liga” o cuando “la puerca retuerce
el rabo”.
Aun
así, hay a quienes “no se les abre el pecho”, y se atreven a afrontar
situaciones complejas con aquella creencia de que “comunicar es hacer saber”.
Por supuesto, ese modo de proceder suele terminar pidiendo auxilio “más rápido
que de carrera”.
Estamos
hablando de una de las áreas más complejas de la comunicación. Es muy larga la
lista de casos que podrían servir de ejemplo. Quizás sirva para ilustrar el
manejo que algunos beisbolistas dan a ciertas situaciones engorrosas.
Como
ha de recordarse, hace muy poco se provocó “cierto ruido” en torno a nuestro
David Ortiz. El hecho ocurrió justamente después de lo que todo beisbolista
quisiera lograr: llegar al lugar de los inmortales. Se creó un serio problema
de comunicación cuando el Big Papi hizo saber de su más reciente
emprendimiento.
Unos
defendieron, otros fustigaron, pero ya nadie parece recordar aquel episodio.
¿Asunto de magia? ¿Casualidad? ¿Mala memoria? Ninguna de las anteriores. Simplemente,
David cuenta con especialistas para gestionar crisis. Se nota, además, que no
los busca a la carrera. Y también se nota que él se deja asesorar.
Más
recientemente hemos tenido el caso de Fernando Tatis Jr. Revelado el uso de una
pomada con sustancia prohibida, su equipo lo sanciona y el joven admite su
error. Luego, su padre estalla con declaraciones muy duras. Después, el hermano
menor sale atacando a Pedro Martínez por sus comentarios sobre la situación. Es
muestra de una pésima gestión de crisis.
Al
detonante le sigue el anuncio de su equipo, que desiste de aquella actividad en
la que distribuirían muñecos cabezones o “bobbleheads” con la imagen de Tatis
Jr. Luego siguió el anuncio de Adidas, que había patrocinado a la superestrella
de los Padres de San Diego desde 2020, y decidió rescindir el contrato. Son
algunas de las consecuencias de una mala gestión de crisis.
Por
fortuna, y ojalá que así continúe, parece que “El Bebo”, como le llaman en su
familia, se ha dejado asesorar por especialistas en comunicación de crisis.
En
relación con este segundo caso, es destacable la más reciente declaración de
Pedro Martínez: "Al que se sienta mal por lo que yo dije, le doy su
libertad de expresión". Es que Pedro, además de muy prudente, evidencia
que cuenta con asesoría y que se deja orientar.
Como
este breve escrito no alcanza para tratar el tema a profundidad, me limito a
recomendar respeto por la especialización. También es clave entender que
comunicar, más que decir, realmente comienza por escuchar. Incluso, algunas
veces implica callar o por lo menos “dosificarse”. Pero lo más determinante es
que se trata de una acción que necesita ser antecedida por una decisión
estratégica.
Aunque
cada caso es cada caso, de modo general se ha de referir que lo mejor de una
crisis es evitarla. A eso ayuda la comunicación, y lo hace mejor a tiempo y de
manera sostenida, mucho más que cuando ya estamos en apuros.
Otro
tema fundamental es ser creíbles. Aquí vale recordar aquello que se necesita
para hablar mentiras y comer pescado, y más cuando vivimos en una especie de
caja de cristal. Ser creíbles implica comunicar de manera coherente con nuestra
práctica y nuestra trayectoria.
Finalmente,
por ahora, es sumamente útil referir, a modo de “patas de una mesa”, cuatro principios
que suelen indicar muchos estudiosos para cualquier estrategia de gestión de
crisis: anticipación, agilidad, calidad informativa y veracidad.
Como
se puede notar, una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín.
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