Las luchas libertarias que la república olvidó
Por Mauricio Becerra Rebolledo Especial para prensaglobaldigital
Siglos antes de que el patriciado de
las colonias americanas recibiera el influjo liberal e iluminista francés,
personajes olvidados por la historia declararon el grito libertario en
diferentes partes del continente.
Eran
esclavos que no sólo escaparon hacia su libertad, sino que se organizaron y
armaron una resistencia contra el poder colonial y para la libertad de los
suyos.
Se calcula que unas 15 millones de
almas fueron traídas desde África como esclavos.
El Negro
Miguel, en Venezuela; Zumbi dos Palmares en Brasil, y una revuelta a ritmo de
tambores en Haití, dijeron y demostraron antes que nadie que eran libres.
LA INSURRECIÓN DEL NEGRO MIGUELProtegidos por una oscura noche medio centenar de esclavos
negros se internan en la espesa selva húmeda de las montañas de Segovia, en las
cercanías de Barquisimeto. Sudorosos, y machete en mano, se abren paso en la
vorágine conducidos por el Negro Miguel y
cada paso que dan los aleja de los latigazos y las cadenas de la Venezuela
colonial del siglo XVI.
Los fugitivos, en el camino, reciben alimentos y la guía de los
indígenas Jiraharas de Yaracuy.
Horas antes, extenuados por las
duras jornadas, se habían negado a continuar sacando oro de las minas de Buría
y se alzaron contra 20 españoles y su alcalde, Diego Hernández de Serpa. Era el año 1553 y fue la primera gran
revuelta de los esclavos de Venezuela, acostumbrados hasta ese momento a la
resistencia del silencio.
Ahora sería muy distinto: Durante
dos años asolarían las encomiendas de la región promoviendo la libertad de los
negros e indios explotados.
LOS PRIMEROS ESCLAVOS LLEGADOS A
VENEZUELA EN EL SIGLO XVI
A fines de 1552 el capitán Damián del Barrio halló las minas de oro del río Buría y los
vecinos y hacendados de El Tocuyo, ubicada en el actual estado de Lara, soñaron
por enésima vez que se encontraban ante la leyenda de El Dorado.
La economía colonial se sentaba en el uso de mano de obra
esclava. Para explotar las minas, unos 80 negros son traídos desde Las Antillas
por los criollos e intercambiados por mulas.
El Negro Miguel fue traído desde
el golfo de Biafra, en las cercanías de Nigeria, y vendido en Puerto Rico al
encomendero Pedro del Barrio.
Cuando los esclavos se fugaban se les daba el nombre decimarrones, siendo las
montañas y la selva impenetrable su refugio.
Allí instalaban sus cumbes,
espacios liberados al dominio conquistador que albergaban a negros, indígenas
e, incluso, blancos pobres sometidos a un sistema colonial insoportable.
Los cimarrones bajaban a las haciendas a sustraer alimentos con
la complicidad de los que aún permanecían esclavos.
El rumor de una cumbe se desperdigaba en
la comarca y daba bríos a nuevas huidas y sublevaciones.
Estas ponían en peligro la
economía esclavista colonial basada en las plantaciones de caña de azúcar,
cacao, añil y café.
La riesgosa libertad era combatida por los hacendados con el
cepo; la maza, pieza de madera que se ataba a la pierna; mutilaciones de
piernas y orejas; azotes; el uso de una máscara de metal o una marca hecha con
hierro candente en la frente, cuando no la horca.
En las cumbres, se cultivaba yuca, caraotas (porotos negros),
ocumo, mapuey, plátanos, maíz y auyama (zapallo), entre otras especies y se
cazaba chigüires (roedor de gran tamaño), iguanas y dantas. También se
recolectaba guayaba, mamón y el jobo. Un cumbe podía albergar a unas 100
personas.
El Negro Miguel junto a sus fugitivos fundaron Curduvaré, que en
lengua indígena significa “libre como la liebre”, y que terminó siendo un
centro político militar que combatió a los españoles.
También idearon estrategias que
les permitieron asaltar los poblados mineros en sus alrededores, provocaron la
estampida de los hacendados españoles y con el tiempo llegaron a desarrollar
redes comerciales con los contrabandistas del Caribe.
La fama de Curduvaré y del Negro Miguel fue creciendo entre
negros e indios, y más aún, luego de que intentando dar un orden a la sociedad
que había fundado se nombró rey y a su mujer, Guiomar, la hizo coronar como reina.
Preocupado de los asuntos
religiosos nombró obispo a uno de sus compañeros y conformó una sociedad muy
parecida a los pueblos españoles.
Pero la fama trajo consigo la represión de los españoles,
quienes vieron amenazada su estabilidad sociopolítica y no hallaban sosiego que
les permitiera explotar las minas.
Para borrar esta experiencia
organizaban campañas de cacería hacia la selva.
Un relato de un cronista de la época
sobre una persecución en los valles del Tuy cuenta que “no se ha podido lograr
el fin porque tienen la ventaja de acogerse a sitios espesos, casi
impenetrables y desconocidos, donde sería infructuoso y aun peligroso cualquier
ataque”.
En una de sus incursiones a la ciudad de Nueva Segovia de
Barquisimeto, el Negro Miguel y sus huestes se enfrentaron a un ejército
español reforzado, al mando de Diego
García Paredes y Diego Fernández de Serpa.
En medio del combate, el Negro
Miguel cae y sus seguidores son apresados y cruelmente asesinados.
Pero su muerte sólo dio nuevos ardores a la lucha emancipatoria.
Los indígenas Jiraharas mantuvieron
la resistencia por casi un siglo, obligando a los españoles a desistir de su
intento de explotar las minas de oro.
En las siguientes centurias los
negros se volvieron a alzar. Como ocurrió con la insurrección de los esclavos
de la isla Margarita en 1603 y en 1749; la revuelta del Negro Guillermo, en Panaquire y valles del
Tuy entre 1771 y 1774; o la asonada de los negros de Coro, encabezada por José Leonardo Chirinos y José Caridad González en 1795,
quienes exigían establecer los principios de la libertad e igualdad de la
Revolución Francesa.
La esclavitud recién sería derogada en Venezuela en 1854.
ZUMBI DOS PALMARES Y LA NACIÓN DE
ESCLAVOS LIBRES
Corría 1662 cuando un niño secuestrado en una incursión
portuguesa al quilombo de
Palmares, espacio de refugio de esclavos fugitivos, es entregado al
jesuita Antonio Melo en
Porto Calvo, oriente de Brasil.
Asombrado por su inteligencia, el
cura le da el nombre de Francisco,
lo entrena como acólito y le enseña portugués y latín.
A su juicio, el hijo de esclavos
poseía un “ingenio jamás imaginado en su raza y que pocas veces se encontraba
en los blancos”.
Descendiente de guerreros de Angola y nieto de la princesaAqualtune, al cumplir los 15 años, el
chico huye y vuelve al quilombo que lo vio nacer y que ahora es dirigido por su
tío,Ganga Zumba.
El chico cambia su nombre por el
de Zumbi, que en el
dialecto bantú quiere
decir “Señor de la Guerra”.
Quilombo es una palabra de la lengua africana quimbundu.
El quilombo de Palmares fue
formado por varias aldeas que desde 1580 recibió a los esclavos fugados de las
plantaciones de azúcar, sus descendientes, mestizos, y uno que otro blanco en
la enmarañada geografía de la Serra da Barriga. Su organización reprodujo el
modo de vida africano con líderes en cada aldea, cuyo jefe principal era Ganga
Zumba, y tenía su propio código de justicia.
Sus habitantes cultivaban arroz, porotos, mandioca, caña, patata
y legumbres; extraen el aceite de la palma y producen manteca de coco. Se
visten con tejidos hechos con la corteza de los árboles nativos y comercializan
sus productos con las poblaciones vecinas de blancos y mestizos.
Además tenían gran conocimientos
de la metalurgia del hierro y los escritos portugueses de la época lo
reconocían como un auténtico Estado negro.
Para los esclavos era la tierra
prometida.
Si bien su origen fue en resistencia a los invasores holandeses,
con el tiempo su principal enemigo fueron los capitães do mato (capitanes de la selva)
portugueses.
En 1644 los holandeses intentan
aniquilar el quilombo, sin éxito, y en 1675 el ataque de los portugueses en dos
embestidas al mando del sargento Manuel
Lopes, permiten a Zumbi demostrar sus cualidades como guerrero y
organizador militar.
Lopes es obligado a retirarse a
Recife y el quilombo de Palmares alcanza su apogeo desde el cabo de Santo
Agostinho, en Pernambuco, hasta el río San Francisco, en una extensión de 200
kilómetros.
Para 1670 ya tenía 50 mil habitantes, siendo la principal plaza
de resistencia al modelo esclavista.
Su red de 11 mocambos protegidos por
empalizadas de madera se asemejaba a las ciudades amuralladas medievales de
Europa.
El principal mocambo, fundado por
el primer grupo de esclavos fugados, llamado Cerca do Macaco, tenía dos amplias
calles, con unas 1.500 choupanas (chozas)
y unos 8 mil habitantes.
Los otros mocambos eran Amaro, con
5 mil almas; Sucupira; Tabocas; Zumbi; Osenga; Acotirene; Danbrapanga;
Sabalangá y Andalaquituche.
Para 1678, Pedro de
Almeida, gobernador de la capitanía de Pernambuco, apostaba por la
sumisión del palmar, pero a cada embestida, los mocambos eran reconstruidos.
Así que propone a Ganga Zumba la
paz y el reconocimiento de la libertad a los nacidos dentro del quilombo a
cambio de la sumisión al orden colonial portugués.
Ganga Zumba acepta la oferta, pero es envenenado y el poder lo
toma su hermano Ganga Zona,
aliado de los portugueses.
Pero para Zumbi no se trataba sólo
de vivir libre, sino que su lucha consistía en la liberación de todos los
negros esclavizados.
La traición termina con los hombres de confianza de Ganga, Juan Mulato Canhongo, Amaro y Gaspar, quienes son degollados por los
portugueses y muchos de sus hombres repartidos como esclavos entre los
hacendados de la región.
Zumbi resiste y se convierte en el líder genuino del palmar. El
gobernador y hasta el propio rey de Portugal le envían mensajes ofreciéndole
perdón, libertad y tierra para él y su familia si se rendía, pero Zumbi no
acepta sus acuerdos y resiste los 25 ataques que los portugueses hacen entre
1670 y 1680.
La táctica de guerrilla defensiva es sustituida por una
estrategia de ataques por sorpresa continuos a las plantaciones de caña,
liberando a los esclavos y apoderándose de armas y pertrechos.
Pero, además, Zumbi demuestra sus
dotes políticos al estimular el comercio con los colonos y el intercambio de
alimentos por municiones.
La prosperidad del quilombo es un
evidente desafío al orden esclavista.
Catorce años después, tropas portuguesas al mando de Domingos Jorge Velho, con experiencia
en el exterminio de indígenas, lanzan un feroz ataque de 5 mil soldados, el más
fuerte de su historia colonial, contra la Cerca do Macaco, protegida por tres
empalizadas y más de 200 hombres armados.
Luego de casi un siglo de
resistencia, la fortaleza cedió y Zumbi, herido, logra escapar junto a algunos
de sus mocetones.
Durante dos años hostilizan a las posiciones pernambucanas. Su
nombre ya es una leyenda, pero la traición pudo más y, el 20 de noviembre de
1695, Zumbi es denunciado en su refugio por un antiguo camarada y se enfrenta a
20 hombres que lo apuñalan y luego lo decapitan.
Tenía 40 años y su cabeza fue
exhibida como trofeo en la plaza de Recife para espantar el mito de su
inmortalidad. Las tierras de Palmares se repartieron entre los dueños de
ingenios azucareros.
Los sobrevivientes de los Palmares mantuvieron pequeños focos
guerrilleros y, recién en 1710, la gran nación de esclavos libres fue
destruida.
Pero la semilla germinó en otras
regiones, como Paraíba, donde con negros e indios fundaron el Palenque Cumbe,
que prosperó hasta 1731.
LA PREMATURA INDEPENDENCIA DE HAITI
El 15 de agosto de 1791, fiesta
nacional en Francia y fecha sagrada para los esclavos que no alcanzaban a gozar
los ideales de igualdad y libertad de su revolución, en Haití una ceremonia
secreta dirigida por el sacerdote vudú Boukman, iniciaba una temprana rebelión independentista que a
través del sonido de los tambores se esparció a lo largo y ancho de aquella
noche sincronizando la revuelta contra los amos blancos y capataces mulatos.
La mayoría negra analfabeta de Haití y Santo Domingo jamás
recibió el influjo iluminista de Rosseau yVoltarie. Menos escuchó hablar de la
declaración de los derechos del hombre propugnados por los mismos que los
mantenían como esclavos; no había intelectuales ni imprenta.
Había, eso sí, canciones, poesía
colectiva y una percusión que los llamaba a salir de su condición de
servidumbre.
Pasarían trece años de sangrientos combates hasta que en 1804,
un grupo de generales firmara la declaración de independencia, mucho antes que
las colonias que hoy celebran el Bicentenario.
Uno de los líderes era Jean-Jacques Dessalines, quien había
nacido esclavo, al igual que muchos de los que allí estaban.
La esclavitud fue inmediatamente suprimida y cuando la noticia
llegó a la Asamblea de París, muchos revolucionarios confesaron que jamás
imaginaron que sus proclamas en favor de la igualdad serían aplicadas por
esclavos de una de sus colonias.
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