Aboga por transformación educativa.

Por: Francisco Calderón Hernández


San Francisco de Macorís, R.D.-El escrito Juan Francisco Puello Herrera, planteó la necesidad de una transformación de la educación y lamentó que la República Dominicana no se encuentre encaminada a un verdadero orden social y económico para mejorar el nivel educativo y sean prioridades para su desarrollo.


Entiende que un país sin educación es como un torbellino que no tiene rumbo fijo, ni nada que lo detenga en su accionar.


“Sólo hay que dar una ojeada al tránsito vehicular, para concluir que un pueblo sin educación no tiene futuro y aunque parezca pueril el ejemplo, la mayoría de los conductores desconoce que a mayor velocidad del vehículo consume más combustible, los peatones ignoran que no puede caminar por el medio de las calles y la mayoría de los conductores, que ceder el país, es una señal de educación”, enfatizó.

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El abogado y también comisionado de la confederación de beisbol profesional del Caribe, emitió las consideraciones al pronunciar el discurso central de la Octogésima Cuarta Graduación Ordinaria, celebrada por la Universidad Católica Nordestana (UCNE), de San Francisco de Macorís, en un acto donde un total de 552 nuevos profesionales recibieron sus títulos en diversas áreas del saber humano.


El doctor Juan Francisco Puello Herrera, sostiene que no existe ni mala ni buena educación, solo la falta de ella y “se habla de una educación en valores, pero ¿cuáles valores? Sería más bien por una sociedad con valores no es valores”.


Manifestó que hasta que no veamos la educación como un valor y como practica de libertad, no avanzaremos nunca en el orden educativo.


Explicó que el fin de la educación es el desarrollo de la personalidad y la preparación para el ejercicio del vivir responsablemente y libre.


Dijo que debe entenderse que un buen educado no es aquel que transmite más conocimiento, sino aquel que ayuda a los demás a adquirir los conocimientos necesarios para vivir una vida feliz.


Cree que lo que procede es ver cómo podemos perpetuar la calidad de una nueva forma de enseñar y la esplendidez de una caridad bien entendida, que edifique a los demás y que cree lazos de comunión que sobrepasen los limites de lo humano, para construir relaciones divinas entre los seres humanos.


El catedrático universitario destacó que no se debe olvidar que el orden de la enseñanza debe ser primero lo necesario, luego lo útil y por último lo ornamental.


“Refiero lo que expone Andrés Oppenheimer en ¡Basta de Historias!, de que debe haber una alianza educativa, una esperanza de cambio y que la solución es hacer de la educación una tarea de todos”, citó el Doctor Puello Herrera.


Agregó que la mejora de la calidad educativa difícilmente saldrá de los gobiernos, pues los políticos siempre van a preferir construir obras públicas, que puedan estar a la vista de todos antes de las próximas elecciones, a invertir en mejoras educativas que no producen resultados visibles, sino hasta dentro de cinco, diez o veinte años.


Añadió que los principios y normas están señalados, son útiles para recordarlo y se pierden más tiempo en seminarios y conferencias sobre la educación, que llevar a la práctica los conceptos emitidos sobre esta “están ahí para citarlos, pero hay que aplicarlos”.


Sugirió que para que los gobiernos inviertan más y mejorar en educación, es necesario que surjan coaliciones de organizaciones no gubernamentales, grandes empresas, medios de prensa, artistas, deportistas y otras figuras mediáticas que fijen metas concretas de rendimiento académico y exijan su cumplimiento, como en Brasil con el movimiento “Todos por la Educación” o en Israel, con el movimiento “La Educación es Todo”.


Recordó que hace unos cuantos años le llamó la atención leer en “América Latina la Revolución de la Esperanza”, que el hombre masa latinoamericano es presa de grandes injusticias, porque desconoce su valor y dignidad como persona humana y de que la condición de ignorante se expresa en indolencia, apatías, insensibilidad, displicencia, abulia y desinterés.


“Si bien el ignorante no es consciente de su propia ignorancia, más ignorantes somos los que no hacemos nada por remediar esa condición de esa persona, que lo haga consciente de su propia dignidad como ser humano y que pueda descubrir la inmensa valía de su inteligencia, de su voluntad y de su espíritu, para que una vez por todas deje de ser juguete fácil de intereses ideológicos, de la ansiedad resultado de su pobreza material y de espíritu como de conjuras foráneas que no le permiten tener acceso a la verdad que pueda liberarlo del borreguismo y que por sus propios medios pueda integrarse a ser protagonista de su propia historia”, significó.

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