Día del Maestro y de la Maestra.

El verdadero maestro y maestra son aquellos que ejercen su profesión como un sacerdocio, enseñando con el ejemplo. Son aquellos que tienen un comportamiento moral, ético dentro y fuera del aula.


Por Marcelo Peralta.

Hoy, 30 de junio del 2019 es Día del Maestro y de la Maestra en lo que queda de la República Dominicana, nombre que significa "Tierra de Dios", pero  los "infausto" y traidores la han vendido al mejor postor y a los inquisidores.

Le llaman maestro a toda persona que enseña, en que hay diversas formas de llamarle maestro a las personas que incluso no son titulados, que realizan labores informales por haber adquirido destrezas en determinado oficios y por haber estado dotado de comportamiento social y de ejemplos ciudadanos.

Muchas veces asociamos la palabra “maestro” a los docentes que preparan en la educación a través de la infancia y la adolescencia, cuyas etapas promedio ronda desde los 3 a 5 años de edad para que vayan a las escuelas formados y alfabetizados.

No debemos fiarnos de su apariencia, ni de los títulos que muestra en su currículo, porque el maestro más poderoso que pueda existir es aquel que es “invisible”, que se confundes con un ser humano cualquiera.

Existen numerosos maestros invisibles en el planeta Tierra, en que muchos han alcanzado un grado superior de la conciencia humana y no se hacen notar.

El maestro invisible es el que conduce al desarrollo, a la realización sin deslumbrarnos, sin exigir ninguna clase de retribución.

El rol del maestro es despertar en el alumno lo que ya sabe; es provocar la capacidad en el estudiante, lograr que esté allí cuando sea útil, y guiarlo hacia el progreso.

La misión del maestro es la de juzgar, y la de destacar a los buenos alumnos por encima de los malos.

Los auténticos maestros recomiendan que no se debe no juzgar a los alumnos, porque la crítica no ayuda a nada positivo.

En la actualidad, en la época en que vivimos es un reflejo del estado de conciencia, la que se nota cada vez que mostramos una cara amistosa, “el mundo la refleja de inmediato” por los avances tecnológicos y la agilidad de los medios de comunicación.

Un maestro nunca debería mostrar preferencias por ningunos de sus alumnos, aunque sean sus propios hijos e hijas que estén en las aulas, porque esas actitudes pueden dañar al resto del alumnado.

En mi experiencias en las aulas, tratando a alumnos de diferentes estratos sociales con costumbres y hábitos, entiendo que la actitud del maestro debe ser igual para todo el alumnado sin importar sus condiciones.

El maestro y la maestra abnegados pasan hambre, lodazales, cruzan ríos con sus libros y registros a cuesta, suben montañas, atraviesa mares para orientar a los alumnos por los mejores senderos de la vida, lo que muchos madres y madres no hacen.

En los actuales momentos, aquellos maestros y maestras del ayer, que entregaron sus vidas en las aulas, ganando sueldos miserables, hoy día están decepcionados por el comportamiento inadecuado de muchos alumnos, la exclusión del sistema y el trato que muchos reciben de sus compañeros de labor y las vorágines sociales. 

Esos maestros y maestras de ayer al ser pensionados, a causa de enfermedades, por revanchismo políticos y en ocasiones por antigüedades en el servicio, el Estado los margina con míseros sueldos y hasta les  "arrebata", cuando en realidad a esas edades es cuando más enfermedades les acarrea.

Cuando la gente busca un maestro, debería hacerlo en base a las experiencias y los conocimientos.

Un maestro que se desconoce en cualquier lugar constituye un peligro para sí mismo;  para los alumnos a los que trata y a la sociedad.

Por eso hay que colegir que las cosas no son siempre lo que parecen.

Maestro es el que  exige sus derechos, cumple con sus deberes, coopera, respeta la hora de llegada, la de salida, atentar a los males internos y externos; el que es formal en su vestir, cómo se expresa y sus modales.

Es el que se ejercita en la planificación, organización, lucha por la salubridad y el que nunca debe creerse un ser superior a los alumnos, las alumnas.

Es el que debe entender que no hay distancia entre estudiantes y maestro, porque la única diferencia es, quizás, y menos en estos tiempos, que el maestro podría el tener conocimientos y experiencias.

Maestro y maestra es el que cumple con sus deberes,  con el programa, ser amigo del estudiante sin mermar su autoridad, el consejero, el que se preocupa cuando observa cambios de conducta en él.

Maestro y maestra es aquel que se coloca una venda como la justicia  para no mirar si  el estudiante es hembra o varón  al impartir la clase  o calificar los exámenes; el que critica con prudencia y da soluciones a las diferencias.

El maestro y la maestra es que aprende del estudiante, que lo motiva, se comunica con sus padres, actúa sobre la base del principio de la impersonalidad en el mando cuando asigna una tarea; que asigna las tareas, no porque él quiere, sino porque forma parte de los objetivos del programa.

Verdadero maestro es aquel elogia en público al estudiante; lo aconseja en privado; pero el maestro tiene derecho a la capacitación, salario, salud, jubilación, pensión justa.

Tiene deberes que cumplir ante la institución, la sociedad, el que es sincero consigo mismo; con los demás, permite la discusión, facilita la participación sin ridiculizar al estudiante.

El que evalúa tareas, exámenes; prácticas sobre la base de la calidad humana, el esfuerzo, los requerimientos de la asignatura, entrega los programas, las notas a tiempo; participa en actividades sociales, culturales y académicas dentro y fuera de la ciudad sin la aprobación escrita de las autoridades.

Aquel que es Maestro no visita junto a estudiantes los colmadones, discotecas; lugares cuestionados, que no le falta el respeto a la institución, a los alumnos, a la sociedad y así mismo.

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