Kikia: Famoso y persuasivo

Por Marcelo Peralta

mperiodista1958@hotmail.com

Me alegra bastante leer y releer este hermoso y remembrado de LUIS AMILKAR GOMEZ en relación a ese ilustre, pintoresco y bien recordado personaje Kikía o bautizado como Tres Patines. 
Era el mismo hombre que tenía esos dos motes. 

En las garras de Kikia cayeron desde rasos hasta capitales de la Policía, el Ejército, funcionarios públicos, privados, empleados judiciales, políticos e incluso hasta religiosos.

KIKIA es un hombre delgado, de color indio, cómico, sin miedo, parlachín, persuasivo, querido, honesto y dotado de otras excelentes cualidades humanas. 

Además, ese sobrehombre convencía a empleados del Ayuntamiento, de todas oficinas públicas, e incluso hasta sacerdotes, cayeron en sus garras.

Más aún, en el caso de los políticos (ahí era que se esmeraba).

Y con las esposas comerciantes y esposas de éstos, ahí Dios mío.

Era un especialista ya que antes de lanzar sus dardos pedía café, agua fría y dulces.

Después de ahí venía el tablazo.

Conversaba hasta por los codos antes de la persuación.

No fui parte de sus acciones, pero era de los que sabía muchas de sus acciones.

Rafael mi hermano y Kikia no se podía ver ni en las sopas.

Eran dos especies de gallos de pelea.
 
Las esposas de policías, de militares, médicos y sectores en general, fueron blancos de Kikía.

Este hombre persuadía al hombre o la mujer más preparada.

Sus acciones eran sanas, pero no dejaban de sorprender al más cauto. 

Graciela Torres era la madre de Kikia.

Esta señora que trabaja como un hombre por su resistencia física era hermana de Altagracia Torres, la enfermera-o esposa del músico Confesor.

El famoso Kikia vive actualmente en el barrio Bella Vista al Sur de Santiago. 

Ya procreado un hijo que nada tiene que envidiarle a su padre.

Pero este joven, lo que sacó de su padre, es la jococidad.

No las travesuras paternal.

Ambos viven en el sector Bella Vista, en Santiago.

Los hijos de doña Graciela eran o son Ernesto que es el de mayor edad.

El famoso Kikia quien es el segundo en edad.

Ismael el tercero en edad y la hembra que le llaman Maribel.

Esta joven recorre en la actualidad las calles de Sabaneta con aparente problemas mentales.

AQUI VAMOS CON KIKIA:
 
Corrían los años 70 cuando Graciela la madre de nuestro ilustre personal su mudó con su madre doña Clementina Torres,  muy cerca de Mila la Pinea.

Don Julián Pilarte hermano de Mila la Pinea fabricaba canquiñas.

Mis padres Don Emilio Peralta y Doña Celia Bernard (AMBOS FALLECIDOS) vivían a dos casas de Doña Clementina Torres la abuela de Kikia.
 
Recuerdo los colores de las canquiñas eran de colores blancas, amarillas, rosadas y de rayitas.

Las fabricaba Don Julián Pilarte, quien además era apresador de animales que vagaban por las calles.

El Ayuntamiento le pagaba una "vagatela por esa labor.

Julian Pilarte fabricaba las canquiñas y salía por las calles a venderlas a los comerciantes y si algún animal vagaba era apresado.

La división de las casas de la familia Pilarte y la de los Torres era de cactus =CAYUCOS- con espinas.

El renombrado Kikia extraía unidades de canquiñas, introduciendo el palo de la escoba al que le amarraba un alambre para poder engancharlas  sacarlas por entre los cactus, entre división Clemen y de Julián.

Julián Pilarte hacía sus cálculos todos los días.

Antes medía la cantidad de azúcar, colorantes y demás ingredientes.

Calculaba cuantas canquiñas producía con eso.

Sin embargo, terminaba la elaboración, las contaba, pero los resultados no cuadraban. 

Kikia cogía una determinada cantidad canquiñas a espalda de Julián y salía a venderlas primero que el dueño para jugar el dinero.

COSA DE LA VIDA:
El hurto de las canquiñas duró varios meses.

Un día, el gran Chugén que vivía en el paraje La Piña en Villa Los Almácigos y venía de manera temporal donde Juliáan Pilarte.

Desde que Chugén entraba al barrio Bolsillo no quedaba una piedra en la calle y ni una casa sin apedrear.

Ese hombre era de piel negra, de ojos pronunciados, de caminar extraño, con un quepis, camisa y pantalón crema de los que usaban los guardias.

Tenía unas botas de guardias que parecía los zapatos de un muñequito de los payasos.

En la cintura llevaba un "machete que cortaba hasta el aire".

Junto a la cintura se amarraba un cuchillo y un revólver de juguete.

 A veces usaba unos lentes semejante a las alcafandras que usabamos para pescar. 

Ese pintoresco personaje era muy fiel a Julián y un día observó que Kikia sacaba las canquiñas a escondida.

Chugén tomó el machete y cortó todos los cactus de la división.

Cuando Kikia vió la acción de Chgen se acostó de barriga.

Pero, Chugen no los vio.

El machete de Chugen pasaba a milésimas de la cabeza del cuerpo de Kikia.

Con la acción de Chugen, se acabó el robo de las canquilas y al mismo las pérdidas en la producción de Julián.

Cuando Julián llegó a la casa de vender su mercancía, montado en un burro,  el desastre ecológico cometido por Chugén, éste se molestó y echó de su casa a este humilde y fiel protector.

No obstante, ésta la ganó Kikía.

Ahí comenzaron las travesuras de este afamado personaje. 

Su abuela Doña Clemen Torres confiaba en este muchacho. 

Ella, a pesar de ese "tajalán" tener la edad de 14 años, tenía que dormirlo todos los en sus piernas. 

Todos los días, Kikia a pesar que su adolescencia salía desnudo a las calles.

Todos los días cruzaba la calle al colmado de Domingo Gómez y Doña Aurora, padres de Coco, Calín, Zules y Tomacito a comprar azúcar y café a su abuela DOÑA CLEMEN.

EL MONDONGO, las patas de vacas y de cerdos a medio ablandar: Eso es historia.

Me acuerdo de todas las travesuras de este muchacho. 

Ese personaje fue donde la esposa de Ciriaco Villalona diciendo que llegarían unos amigos que comprara tres cantinas de mondongo y dos patas de vacas que se las preparara.

Don Ciriaco llegó a la casa.

Ocurrió tremenda sorpresa con ese lote de mondongo y patas de vaca cocinada.

Todo pasó bien.

Se las arreglaba, porque una semana después volvió a la casa de Villalona, limpió el patio.

Y todo le fue perdonado.

El Juez de Primera Instancia, de apellido Ventura que vivía en la calle Sánchez, al lado de Fello Hidalgo frente al hospital hizo la misma hazaña.

Pero todo pasó bien.

Los castigos y palizas que llevaba de manos de su abuela Clemen y de su madre Graciela no tenían comparación.

No hubo médico y mucho menos sus esposas que no cayera en las genialidades de Kikia.

Sus acciones no tenían límites y mucho menos comparaciones ni parangón.

En su accionar no tenía compañero.

Este muchacho no escarmentaba.

Kikia jugaba bolitas de cristal (bellugas)  con los demás muchachos del barrio.

Pero no se quitaba del lado de sus cantinas.

Cuando lanzaba su belluga y se iba lejos del circulo y las cantinas había que dejarlo lanzar cerca de lo que llamábamos ron.

De no permitirles eso se armaba el berenjenal.

Las cantinas de mondongo,  las patas de vacas y de cerdo rodaban al suelo a cada instante.

Cuando esas cantinas se volteaban y se perdía el agua original del mondongo y de las patas de vaca o de cerdo iba donde cualquier vecino que le diera agua y se la echaba a las cantinas para reponer el líquido perdido.
 
Para KIKIA salir de apuros y vender las patas de vacas, las de cerdos o el mondongo, él no tenía personas escogidas.

Involucró y cogió en sus garras a hombres, mujeres, especialmente a  de militares, policías, comerciantes y toda la sociedad.

A los militares y policías a esos que él enfilaba sus cañones y convencía con facilidad.

Si algunos de ellos rehusaba comprar iba donde las mujeres a decirle que su esposo mandó eso que se las pagara.

El rebú y búsqueda contra Kikia era constante.

Y pobre de este personaje si un militar, policía, político, comerciante, médico, abogado y empleado se quejaba ante DOÑA GRACIELA, pobre espalda de KIKIA.

Pero pasaban diez minutos de la paliza, KIKIA se reactivaba y a accionar de nuevo y con más fe. 
   
A pesar sus acciones, era un muchacho muy querido, inteligente y llamaba la atención por su forma de ser.    

NOTA:
Después que Graciela se mudó desde la casa de su madre Doña Clemen Torres desde el barrio Bolsillo que es la casa número 51,  se fueron cerca del Hospital General Santiago Rodríguez.

Allí el tremendismo era mayúsculo ya que Kikia era el jefe de todos.

Cada día, sus acciones se incrementaban.

Después se mudó para Santiago.

Vive en el sector Bella Vistya.

Don Juanito era el esposo Doña Graciela.

Don Juanito no era el padre de Ernesto, ni de Kikia ni tampoco de Ismael.

Era el padre de los muchachos más jóvenes.

Estos dos más jóvenes son Domingo y Maribel.
 
Don Juanito era un hombre peculiar.

Este hombre se recortaba los cabellos de la cabeza sin ayuda de nadie.

Usaba una navaja.

Se hacía el corte y sin la ayuda de nadie. 

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