SAN JOSE DE LAS MATAS. La voluntad de realizar una carrera en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) durante los difíciles años 70 y 80 implicó grandes sacrificios personales para los jóvenes matenses que vivieron en la residencia creada por la Asociación de Estudiantes de San José de las Matas, en la cual, entre momentos dramáticos, de ausencia de alimentación adecuada, de un calor insoportable y con un sólo baño para 30 personas, persistieron hasta graduarse.
Todo lo que pasaron estos muchachos matenses para poder estudiar es narrado en el libro Restauración 108 Altos, compilado por Piero Espinal Estévez, al ser presentado en el auditorio de la Cooperativa San José, en San José de las Matas, en un acto al cual concurrieron la risa y la carcajada, el recuerdo de aquellos años, las reflexiones de lo que representó la batalla diaria por hacerse de una carrera.
Recuerdos y risas
La presentación del libro fue un acto de recuerdos y de reconocimiento a aquellos jóvenes idealistas que no tenían opción a estudiar una carrera en Santiago por los costos que implicaba. Algunos de los que eran estudiantes en la casa de la Asociación de Estudiantes Universitarios, ahora como profesionales, viajaron desde España, Estados Unidos y Puerto Rico para recibir un ejemplar del libro, auspiciado por la Cooperativa San José.
Las intervenciones que mejor recrearon los momentos más dramáticos y humorísticos de la residencia estudiantil fue la de Joaquín Hernández, actual gerente de la Cooperativa San José; José Armando Goris, exsecretario general de la Asociación de Estudiantes; Luis Eduardo Peralta, también exsecretario, además del autor del libro, Piero Espinal Estévez.
Durante la presentación del libro fueron desfilando las historias y anécdotas que provocaban la risa y el recuerdo, al rememorar cómo se alimentaban, cómo desarrollaron un sistema de disciplina en la convivencia, cómo lograban los recursos de parte del Ayuntamiento de San José de las Matas, de la Cooperativa San José, de empresarios como Manuel Arsenio Ureña y José Ureña y los aportes y donaciones de decenas de personas.
Se recordó la colaboración de los choferes de las guaguas que viajaban entre Santo Domingo y San José de las Matas, quienes daban apoyo a esos estudiantes.
Hernández
La intervención más hilarante fue la del licenciado Joaquín Hernández, de buen contador de historias, al generar las risas y carcajadas más estentóreas de la noche cuando describió, por ejemplo, una avena llamada “la asesina”, por la dureza con que quedaba en el plato, a pesar de que se pusiera boca abajo y no se caía.
Joaquín Hernández narró las situaciones que se producían en la hora pico de las siete de la mañana para usar el baño, que dotado de un sólo inodoro y un lavamanos tenía que ser usado por cuatro o cinco estudiantes simultáneamente, lo que generaba dificultades en algunos para realizar los actos propios de ese lugar.
Indicó que en la casa, por razones de economía, no se servía desayuno o café, por lo que cada quien tenía que procurarse algo para calmar el estómago en las primeras horas del día.
Hernández, gerente de la Cooperativa San José desde hace 12 años, narra el sacrificio humano que supuso el mantenimiento de la residencia estudiantil de los muchachos de Las Matas.
Piero Espinal
El compilador del libro, quien agradeció el apoyo de la Cooperativa San José para publicarlo, destacó que el título Restauración 108 Altos, lo aportó Juan Carlos Jáquez, quien se lo sugirió en uno de los viajes que compartieron hacia Santo Domingo en procura de los datos y documentos para recrear la experiencia.
Dijo que en la residencia se estableció una directiva que creó un sistema de organización y disciplina, que rendía informes financieros trimestrales, que organizaban encuentros estudiantiles en los que participaron expositores como Hamlet Hermann, Vicente Bengoa, Gisela Concepción y con actuaciones artísticas de Xiomara Fortuna, la Familia André, Claudio Cohen, Omar Franco, entre otros.
UN APUNTE
Los precursores
Refiere Piero Espinal en su historia que la Asociación fue fundada en 1967 por parte de un grupo de estudiantes que terminaban el bachillerato y entre los cuales estaban Juan Rafael Sánchez Bisonó, Ramón Olivo, Pedro Rodríguez, Miguel Ureña, Olga Luciano, Casilda Espinal, José Salcedo, Tavo Jáquez, Germán Goris, y otros.
Los primeros residentes en la casa estudiantil fueron Eligio Jáquez, Diógenes Cerda, José Zarzuela Pérez, Juan Francisco Bisonó, Germán Goris, Sebastián Rodríguez, René Jáquez, Virgilio Arán, Miguel Rodríguez, Gustavo Jáquez, Pepito Rodríguez, y Federico Montalvo.
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