El valor de una vida. El dolor que causa la muerte. "Adiós Josefina Marte".

Por Marcelo Peralta

La vida, muerte y duelo causan reacciones de las que nunca se tiene respuesta.

Hoy, lamentamos la muerte de la señora Josefina Marte, a quien el cáncer acaba de arrancarle la vida.

Una mujer joven y llena de vida.

Dinámica, social, solidaria, amorosa, respetuosa, comprensiva, de familias nobles, madre ejemplar, valiente, mujer que nunca conoció tener miedo.

Era hermana de Ana, Olga, Papo y Trillé Marte. Sus padres vivían en la esquina que forman las calles Francisco del Rosario Sánchez y José Marte en el Municipio Sabaneta, Provincia Santiago Rodríguez.

De seguro, que el Creador del Universo tiene una misión sagrada que Josefina Marte deberá cumplir en su ciclo.

De lo que estamos seguros, es que los que quedemos aquí, ella desde el infinito estará al lado de cada uno de sus seres queridos.

Sus hijos, hermanos y quienes, compartimos por años quedamos en este globo terrenal esperando sus milagros.

Desde estas páginas, nuestra solidaridad a sus familiares y entender que la muerte es mudarse de un lugar a otro. Así es la Ley de la vida.

Nacer, crecer, reproducirse y morir.

Pero, la muerte es difícil de asimilar y de aceptar. "Así es”. Unos se van ahora y otros iremos después.

Consuelo a los familiares.

Sabemos que ese dolor que nos deja, afecta el cuerpo, la mente, las emociones y espíritu de los vivientes.

Hay gentes que pueden transmitir el dolor que les provoca la muerte de una persona querida.

Y genera reacciones físicas que pueden provocar cambios y manifestaciones diversas.

A unos les dan flojeras, se le quita el apetito, desaparece el sueño, surgen los malestares estomacales, sube la presión, opresión en el pecho, llanto, músculos tensos, problemas para relajarse, poca energía, nerviosismo y problemas para concentrarse. 

Otros que hacen pensamientos para recordar momentos felices de la persona que falleció, preocupaciones, arrepentimientos,  pensamientos de cómo fue su vida, y de cómo será la vida de quienes quedan en la Tierra.

Unas tienen emociones fuertes que resisten de todo, mientras otras se llenan de tristeza, enojo, culpa, desesperación, alivio, amor, esperanza de que al cambiar de sitio tendrá una nueva vida.

En tanto, otras se aferran a reacciones espirituales en que al sufrir la pérdida de un ser amado puede encontrar fuerza en la fe, a cuestionar creencias religiosas, descubrir los significados y conexiones espirituales.

Muchas durante el proceso de duelo y afectadas por el dolor hacen promesas de superar la situación que las afecta.

Nadie, absolutamente nadie está preparado por la muerte, ni menos los que quedamos.

Superar el gran dolor que nos deja la ida a destiempo de un ser humano no significa que uno se olvide de la persona que falleció. El duelo es tratar de recordar al ser querido y adaptarnos a la vida sin su presencia.

Las personas suelen experimentar reacciones dolorosas como las "olas" del mar que van y vienen.

Cuando la pérdida es instantánea  el dolor se torna intenso; paraliza a las personas, las tienen en  shock y se  niegan a aceptar lo sucedido.

Se impone, apoyar y consolar a las personas más afectadas por la ida de ese ser amado, se pueden pasar un tiempo hablando y compartiendo recuerdos sobre el ser querido.

La solidaridad se impone nen esos momentos difíciles, que en ocasiones la gente expresa sus emociones tras este período, llorando, lamentando.

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