59 años del golpe de Estado a Juan Bosch (OPINION)
Por Orión Mejía
Juan
Bosch marchó al exilio en 1938 sin saber si su mayor pasión sería la literatura
o la política, aunque al dejar atrás las riadas de Santo Domingo, su gran
tribulación fue tener que abandonar a su pueblo en garras de una tiranía
sin ejemplo contra la que lucharía día y noche por 23 años desde allende los
mares.
Al
año siguiente Bosch fundó en La Habana, Cuba, junto a otros refugiados
políticos, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con el propósito de
derrocar la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y de instaurar en República
Dominicana el tipo de democracia con la que soñaba la Legión del Caribe.
A un
mes y cinco días del ajusticiamiento del sátrapa, el PRD envió una avanzada de
dirigentes para desbrozar caminos al retorno de su líder y a la instalación
aquí del partido, y 20 meses después, Bosch fue electo presidente de la
República, con más del 62 % de los votos en las primeras
elecciones libres en 31 años.
Juan
Bosch presidente derrocado.
El
acontecimiento político que significó el ascenso al podio presidencial de Bosch
debió ser el comienzo de una Era dorada de libertades públicas y progreso
social para América Latina porque se trató de la primera gran experiencia de
una auténtica democracia liberal y nacionalista.
Es
por eso que, al cumplirse hoy el 59 aniversario del derrocamiento de ese
gobierno democrático, los pueblos desde el sur del río Bravo hasta la
Patagonia, recuerdan la efeméride como un día de indignación y de renovación de
la lucha por la democracia que anhela y merece América Latina.
Desde
1938 hasta 1963, Bosch nunca tuvo inclinación de instaurar aquí dictadura del
proletariado o gobierno al estilo de Fidel Castro en Cuba o de cualquier otro
líder con esas inclinaciones ideológicas. Don Juan fue durante su largo exilio
un abanderado de la democracia representativa.
Después
de ese fatídico suceso, don Juan reafirmó su apego a los principios
democráticos, pero no a la mascarada ideológica política que promovieron
grandes metrópolis, con Washington a la cabeza, en América Latina, África
y Asia, para subyugar y esquilmar a los pueblos.
Por
los próximos 38 años o hasta que la enfermedad lo diezmó, Bosch dedicó su vida
a construir una teoría y praxis política sostenidas en la composición social
dominicana, el entorno regional como frontera imperial y la educación política,
para instaurar un tipo de democracia social que reflejara el concepto
duartiano de soberanía, inclusión, justicia social y libertad plena.
Desde
mucho antes del golpe de Estado, intereses espurios, hoy depositados en el
zafacón de la historia, pretendieron desdibujar la figura de un patriota que la
historia coloca al lado de José Martí y Eugenio María de Hostos, cuya vida
y obra sirven de ejemplo a la juventud.
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