Inocultable, repudiable ejecución de religiosos por la Policía. Su imagen se deteriora.

Joel Díaz y Elisabeth Muñoz, la pareja de religiosos ejecutados por el SALVAJISMO DE la Policía.

 Por Marcelo Peralta 
mperiodista1958@hotmail.com

Es inocultable esconder las reacciones de repudio contra la Policía y el gobierno la ejecución de dos esposos religiosos y heridas a un acompañante.
  
Ejecutar a Joel Díaz y Elisabeth Muñoz y heridas a un tercero por una patrulla integrada por el segundo teniente Victorino Reyes Navarro, el sargento Domingo Perdomo Reyes; los cabos Norkys Rodríguez Jiménez, Ángel de los Santos; los rasos Anthony Castro Pérez y Juan Manuel Ogando Solís es inaceptable en el siglo 21.
 
Todos, merecen el más de los severos castigos que establecen las leyes, aunque, con ello no devolverán la vida a los acribillados, pero, quizás un “escarmiento” social.
 
Es oportuno, ahora, reflexionar acerca de las repercusiones que genera es “odioso” acontecimiento en la ciudadanía en los planos de seguridad, garantía, político, social y cultural, de un pueblo que paga impuestos al gobierno.

Pero que los policías a quienes el pueblo paga para velar por la paz, su misión es de “ejecutar”, “asesinar”, “robar”, “insultar”, “traficar”, “humillar”, “atropellar”, a quienes pagan sus sueldos, aunque resulten insuficientes, la Ley autoriza el pago.
 
Jamás se justifica que haya “gatillos alegres” dentro de la Policía, y el agente que no quiera trabajar por el sueldo que devenga, lo que debe hacer es salir de ahí y si está preparado que se busque un empleo mejor.
 
Pero, seguir en una institución para “ejecutar” a ciudadanos “INDEFENSOS” es una acción “IMPERDONABLE”.
A esa pareja de esposos los “ejecutaron” al estilo de un país lleno de “narcotraficantes”.
 
En el contexto de esa “EJECUCION” en el seno de la sociedad hay “repudio”, “dolor”, “tristeza”, “impotencia” y “rabia”.
 
Los agentes, ni siquiera se pusieron a pensar que ellos tienen, sino que lo primero fue “actuar” contra tres hijos de Dios.
 
Parece que la mentalidad de los agentes es de “odio” contra un pueblo que trata de recuperarse de la pandemia de la Covid19.
 
La misión de esos policías debería ser la de prevención y no el “salvajismo” de “ametrallar”, después averiguar, en vez de propiciar la seguridad social.
 
Desde la personal del presidente Luis Abinader, se evidencia que está la cultura de planificar, orientar,  superar condiciones de atraso secular, garantizar un ambiente de gobernabilidad a corto, mediano y largo plazo, en consonancia con sus intereses estratégicos del país.

No obstante, dentro y fuera de instituciones estatales la actitud es otra, como la de desarticular y crear situaciones “confusas” para desacreditar el gobierno de Luis Abinader y los organismos de seguridad del Estado deben saberlo.
 
Desde los estamentos gubernamentales debe no afrontarse estos abusos, que desde la Policía se cometen en las mayorías de las provincias tratando de crear dificultades sociales y desestabilizar el frágil sistema democrático.
 
Se deben imponer estrategias preventivas que desactiven algunos “focos” que puedan surgir.
 
Hay que acoger el dicho popular campestre: “El pasmo con tiempo tiene remedio”.
 
Desde el gobierno deben haber herramientas elementales orientadas a la toma de conciencia, perseverancia en las instituciones en que sean capaces de valorar conducta y estilos de vida a favor de la sociedad.
 
Este momento invita a la sociedad a solidarizarse con los familiares de la pareja “EJECUTADA” por una Policía que en la mayoría de los casos, muchos de sus miembros no actúan con sensibilidad humana, sino mediante el “maldito” garrote, los insultos, provocación y la fuerza por tener una infausta arma de fuego, creyendo que eso los hace más hombre.
 
Y lo penoso es cuando lo sacan de la Policía como si fuera “perros llenos de sarnas” que hasta en la familia los rechazan.
 
Transcurrido este bochornoso hecho se impone orar y reflexionar con el objetivo esencial de que casos similares no vuelvan a suceder.

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