Voces y ecos
Edad específica de un senador
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Las civilizaciones antiguas privilegiaron a los hombres de edad y los
prefirieron en las posiciones de Gobierno: como consejeros o legisladores. De
la República romana, madre de la cultura latina, se ha expandido a través de
muchos países un modelo de organización del Estado que, con adaptaciones,
preserva su vigencia.
Las leyes representan una vía fundamental para trazar los lineamientos
que rigen el Estado y para organizar la vida en sociedad. De ahí la necesidad
de los legisladores en toda nación democrática. El pueblo, en quien reside la
soberanía, delega en unos ciudadanos la función de aprobar los cánones que han
de normar las relaciones entre las personas y entre estas y el Estado.
De la antigua Roma nos ha llegado la función de senador. La etimología
de esta palabra se ubica en el latín “senator” que significa "miembro del
senado". La componen el vocablo “senex” (viejo), más el sufijo -tor (-dor,
agente). Desde su origen, este cargo se reservó a hombres maduros.
En los primeros tiempos de la República Dominicana, lo que hoy conocemos
como Senado, se llamó Consejo Conservador, equivalente al Consejo de Ancianos
de distintas naciones. En esas civilizaciones, la voz “anciano” nunca se ha
empleado con intención despectiva, pues para su gente la longevidad es un
mérito.
La Constitución dominicana ha marcado diferencias entre las funciones de
senador y diputado y en algunos momentos, ha desigualado la edad requerida para
ocupar estos cargos: senador, 30 años y diputado, 25. No en vano, al Senado se
le sobrenombra cámara alta, pese a que siempre la cantidad de miembros es menor
que los de la Cámara de Diputados.
Actualmente, tenemos 32 senadores y 90 diputados. En nuestra tradición
constitucional, a la cámara baja se le ha llamado oficialmente Tribunado,
también herencia romana. Allí los tribunos se explayaban en piezas retóricas.
Es un espacio ideal para el desfogue de políticos jóvenes y vigorosos.
Los políticos mozos precisan agotar la etapa del desfogue: hablar,
exaltarse, sacar la fogosidad que los quema interiormente. Tras el desahogo,
viene la madurez, dejan que el otro hable, ponderan pausadamente las decisiones
y evitan caer en el ridículo. Es el tiempo de ser senador, el más alto grado de
un congresista.
En Roma, el senador era consejero del rey, por su edad y sabiduría. Se
solía nombrar miembro del Senado a magistrados que habían agotado su mandato.
La autoridad del Senado se fundamentaba en el historial, las aptitudes y el
prestigio de los senadores. Ser senador conlleva un peso específico. No es
juguete de muchachos.
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