Amarra’o en Barahona
Por Néstor Estévez
Hay muchas maneras de amarrar. Desde el denominado nudo gordiano hasta
otros que pueden considerarse “una babita” son muy variadas las formas de atar.
Aquí compartiré una experiencia vinculada con una muy frecuente manera
de aprisionar. Habremos escuchado: “El hombre se amarra por la boca”, “El amor
comienza por la cocina”, “Si como caminas cocinas, guárdame un chin del
concón”. Así alude el saber popular al apego que se logra a partir de lo que se
ofrece para comer.
En el caso de un territorio, bien sabido es que los atractivos
turísticos pueden estar relacionados con una muy amplia variedad de
características.
Aunque los turistas suelen sentirse atraídos por la recreación en
sentido general, de manera creciente se procura visitar lugares a partir de lo
que ofrece su naturaleza y se mantiene alto interés por temas como lo cultural,
la historia y las manifestaciones artísticas.
Hay lugares que atraen por su particularidad arquitectónica, por razones
lingüísticas, por su riqueza arqueológica y hasta astronómica. Pero un tema
clave, además de la capacidad para acoger, es lo que se necesita varias veces
cada día: la gastronomía.
En atractivos, la Perla del Sur, como se conoce a Barahona, cuenta con
muchas ventajas. De entrada, es una de las provincias con mayor biodiversidad
en la República Dominicana. A eso se suma el hecho de contar con casi 40
kilómetros de zona costera, como si fuera poco, con ríos cortitos que ofrecen
oportunidad para escoger entre agua dulce o salada.
Barahona ofrece oportunidades para tomar sus deslumbrantes senderos
ecoturísticos. Para quien valora lo natural, por senderos hay oportunidad para
caminar a más de mil metros por encima del nivel del mar, en el Parque Nacional
Sierra de Bahoruco.
Y a propósito de alturas, se hace difícil precisar quien “jala” más: si
el Polo Magnético o la capacidad acogedora que caracteriza a las personas de
esa comunidad, ubicada a 800 metros por encima del nivel del mar y con un
microclima que permite cultivar de los mejores cafés del país.
Combinando esa característica con su modo de tratar al visitante, en
Polo han organizado tanto un festival como la denominada Ruta del Café. Desde
hoteles y centros de retiro hasta modestas habitaciones dispuestas por
comunitarios son opciones de albergue para disfrutar de los encantos de la
zona.
Un sello particular de Barahona suele escucharse a menudo: “Somos un
pueblo cuatribolia’o y minoso”. Así es como explican que, desde el subsuelo, la
Novia del Caribe nos ofrece una piedra con carácter de exclusividad: el
Larimar.
Así se abre la oportunidad para aprovechar múltiples experiencias
relacionadas con esa piedra que, de todo el mundo, hasta ahora solo ha sido
encontrada en Bahoruco, municipio de la provincia Barahona, en la República
Dominicana.
Visitar la mina, el museo, la escuela, ser partícipe de su tallado y
compartir con muchas de las familias que tienen infinidad de anécdotas para
contar en relación con el Larimar, son oportunidades que solo ofrece la Perla
del Sur.
A Barahona se puede llegar por aire, mar y tierra. Para quien escoge
llegar por tierra y lo hace por el extremo oriental, desde lo más alto de Los
Cuatro Vientos se ofrece una vista panorámica de lo que allí se puede
disfrutar.
Por supuesto, la emoción va creciendo cuando, en cada parada, se logra
apreciar el detalle que hace de la Perla del Sur un lugar en donde lo único que
suele faltar es tiempo para aprovechar todo lo que ofrece.
Por eso me confieso. Habiendo tenido oportunidades para disfrutar, y
todavía me falta, muchas de las bondades de la Perla del Sur, el hecho de haber
comido muchas veces las habichuelas preparadas por Pastora Languasco, en el
Batey Central, me tiene amarra’o en Barahona.
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