¿Qué significa estar “en línea”?
Por Néstor Estévez
La pregunta
que pone título a este breve escrito puede resultar muy fácil de responder, y
no faltará quien se atreva a asegurar que hasta tonta parece.
Pero más que
la facilidad o dificultad, la clave está en determinar la utilidad que la misma
tiene a los fines de mejorar el entendimiento entre las personas.
Para obtener
el mejor provecho es recomendable que revisemos un poco. Luego de esa revisión
será casi seguro que convengamos en que la comunicación debería estar
considerada como la principal maravilla de la humanidad.
Mucho nos
han hablado sobre el Faro de Alejandría, el Coloso de Rodas, el Templo de
Artemisa, la Estatua de Zeus, el Mausoleo de Halicarnaso, los Jardines
Colgantes de Babilonia y la Gran Pirámide de Guiza. Se trata de las Siete
Maravillas del Mundo Antiguo.
Pero también
se nos ha hablado sobre la estatua del Cristo Redentor, las ruinas de Machu
Picchu, la Gran Muralla China, la ciudad de Petra, el palacio del Taj Mahal, el
Coliseo Romano y la ciudad de Chichen Itzá. Las de esta segunda lista son
conocidas como las Siete Maravillas del Mundo Moderno.
Pero ¿nos hemos
detenido a pensar lo que significaría no contar con la comunicación? ¿Cómo
podríamos enterarnos de las maravillas de una y otra etapa? ¿Cómo podríamos
establecer y mantener relaciones? ¿Cómo podríamos compartir las ocurrencias?
¿Cómo haríamos para lograr acuerdos?
Así
descubrieron aquellos seres que hoy conocemos como “humanos” la extraordinaria
herramienta que permitió poner acciones en común. Así nació la comunicación. En
ello se basa el estudioso Garzón Céspedes para decir que “sin comunicación no hay
ser humano”.
El rol
humanizante de la comunicación se ha podido evidenciar en las transformaciones
que han implicado hitos como lograr descubrir la capacidad de emitir sonidos
con significado, después de ver pasar tanto tiempo teniendo que usar todo el
cuerpo para intentar hacernos entender por los demás.
Luego,
lograr aquellos primeros trazos y después letras y más adelante palabras con
significado que representen a cada significante ha sido un proceso que, además
de tomarse mucho tiempo, ha implicado transformaciones extraordinarias para la
humanidad.
Sin embargo,
desde hace algunas décadas hemos entrado en un proceso que reta grandemente a
muchos estudiosos. Se ha determinado que mientras más medios tenemos a la mano,
más incomunicados estamos. Con el paso del tiempo, los medios están
dificultando, en lugar de facilitar, la real comunicación.
Una muestra
de ello la tenemos en una aplicación que ha venido a resolver muchos problemas
y a facilitar la comunicación. De hecho, muchas personas ya ni saldo en su
teléfono necesitan: con un “paquetico” les basta porque llaman por “WhatsApp”.
Como
contrapeso a esas bondades, la famosa aplicación también tiene sus
dificultades. Cualquiera, con solo obtener tu número telefónico, puede enviarte
desde simples textos o emojis hasta notas de voz y videos, además de llamarte.
Esas
características, tanto de la famosa aplicación como de otras muy usadas en la
actualidad, si bien es cierto que facilitan, no menos cierto es que trastornan
la privacidad y hasta la paz, privilegios que cada vez se hacen más difíciles
de lograr.
Hay gente
que te ve “en línea”, pero no parece capaz de entender que puedes estar: en una
llamada, realizando un trabajo que no debe ser interrumpido, recibiendo o
enviando algo que precisa de tiempo y especial atención, e incluso que puedes
estar usando “WhatsApp Web”, entre otras muchísimas razones que pueden motivar
real dificultad para estar disponible en ese momento.
Esto me
recuerda a un querido e inolvidable maestro, a quien con muy alta frecuencia le
he escuchado decir: “tecnología sin conocimiento es igual a chatarra”.
En suma,
necesitamos reducir la velocidad que caracteriza a la sociedad actual. Está muy
bien que a una máquina le pidamos responder de inmediato. Para eso están
diseñadas. Pero los seres humanos operamos a otro ritmo. Cuando se nos presiona
a responder con mayor rapidez, lo que opera es el instinto: nuestro componente
animal.
Una máquina
no necesita pensar, no lo hace. Nosotros sí. Eso nos hace diferentes y
superiores a los denominados animales irracionales.
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