Remedios contra el chisme
Por Néstor Estévez
¿A quién no le habrá tocado el chisme alguna
vez?
Lo ideal sería vivir como recomendaba Esopo:
“Si no puedes decir nada bueno, entonces no digas nada en absoluto”. Pero lo
real es que el chisme campea, principalmente cuando se dispone de tantas vías
para echar a andar mensajes.
El chisme está referido a ciertas
informaciones, verdaderas o falsas, casi siempre cargadas de negatividad, que
son difundidas para hacer daño. El chisme generalmente le genera placer a la
gente que lo difunde. Y esa gente a su vez procura encontrar acogida similar en
quien recibe el mensaje.
Eso suele provocar que mucha gente sólo se
centre en su disfrute, independientemente de si con ello causa daño. Incluso,
hay quien admite que no le gusta el chisme pero que sí le entretiene.
Aunque suele asociarse a los bajos estratos
sociales, lo real es que esa vieja práctica suele permear a todos los
estamentos de la sociedad. Desde gobernantes o grandes empresarios hasta gente
de extracción muy humilde, sin dejar de lado a intelectuales y artistas, han
ejercido la mala práctica de chismear.
Pero también existe, por fortuna, quien ha
logrado reparar tanto en lo dañino que resulta como en la necesidad de contar
con herramientas que ayuden a evitar o por lo menos a convivir en entornos muy
marcados por los chismes.
Si el propósito de este escrito estuviera
orientado a los primeros debió iniciar con forma de chisme. Pero quien chismea
no repara en que le hace falta lo que edifica. Todo lo contrario: mientras más
destruye, mejor.
Para quien de verdad entienda que el chisme
debe ser evitado y mantenido lo más lejos posible, a continuación encontrará
algunas claves que resultan de alto valor para lograr, incluso, convivir en un
entorno chismoso.
Quien realmente logra mantener el chisme
alejado evitará la mayor parte de los daños que el mismo genera. Y para quien,
por cualquier razón, se ve en la obligación de convivir en un ambiente con
chismes, la primera recomendación es mantener un enfoque positivo y centrarse
en lo que puede controlar.
A eso ha de sumarse estas claves:
1.- Practica la empatía. Cuando conectas con
la otra persona hasta descubrir y entender lo que siente, se abre la
posibilidad para entender lo que la mueve. Ahí podrás entender las motivaciones
de las personas chismosas. A menudo, provienen de inseguridades o
malentendidos. Ahí podrás incidir en el cambio de sentimientos.
2.- Réstale; no le sumes. Evita contribuir a
la difusión de chismes. Hazle caso a la recomendación de Esopo; si no tienes
algo positivo o constructivo que decir, es mejor no decir nada.
3.- Aprende a poner límites. Establece límites
claros. Eso ayuda a evitar dificultades. Si alguien intenta involucrarte en
chismes, sé firme al establecer límites. Hay más de una manera de hacerlo:
puedes decir educadamente que prefieres no hablar sobre ese tema. También
puedes desviar la conversación hacia otros contenidos.
4.- Fomenta conversaciones positivas. Así como
tu contraparte sugiere o pone temas, tú puedes y hasta debes hacerlo. Dirige
las conversaciones hacia cuestiones positivas y constructivas. Sé una fuerza
positiva en el ambiente.
5.- Mantén la confidencialidad. Si una persona
comparte algo contigo en confianza, sea sobre ella o sobre otra, respeta esa
confidencialidad. Aunque en este tiempo es habitual que lo privado se use para
alimentar el morbo, lo recomendable es no contribuir a la propagación de
información privada. Si te ves tentado por hacerlo, un buen freno es voltear la
situación. ¿Te gustaría que alguien difunda tus asuntos privados?
6.- Crea un ambiente de apoyo. Como sabemos,
de manera creciente sobran los estímulos para que nuestras acciones obedezcan a
razones ajenas y dañinas. Por eso es recomendable y muy conveniente construir
relaciones sólidas basadas en el respeto y el apoyo mutuo. Trabaja en ello. Un
ambiente positivo ayuda a contrarrestar los chismes.
Finalmente, hay dos ideas contundentes para
evitar los chismes: “Grandes mentes hablan de ideas. Las mentes promedio hablan
de eventos. Las mentes pequeñas hablan de los demás”, atribuida a Henry Thomas
Hebilla, considerado "el padre de la historia científica". La otra
idea, aunque de autoría desconocida, es una gran verdad: “Cualquiera que te
cuente chismes, contará chismes sobre ti”.
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