Impotencia ante el crimen.



Por Marcelo Peralta

Da impotencia cargada de rabia cuando asesinan a un amigo.

La ciudadanía está desesperada ante esta ola de crímenes, robos, atracos, asaltos a todas horas del día.

Asesinar a un maestro pensionado desaparmado dentro de su vehículop y herir a su esposa, son crímemes que no debía ocurrir en este "pedazo" de tierra de 48 mil kilómetros cuadrados, donde todo está dizque "vigilado".

Detener a esos “MALDITOS ASESINOS” es responsabilidad del Estado y del gobierno de Luis Abinader, a pesar del poco tiempo que va en el poder.

Antes de andar figureando y alardeando por pueblos y ciudades malgastando el dineron del pueblo, una de sus primeras medidas debió ser atacar sin piedad a los delincuentes.

Si Luis Abinader prosigue con ese figureo y no deja la blanguendería y no detiene la delincuencia, su paso por el poder será otro más del “montón”.

Las razones de la debilidad del poder en el país, son las razones qie lo llevará a pñerder popilaridad y confianza en el pueblo que depositó su voto en las pasadas elecciones municipales, congresulaes y presidenciales.

Luis Abinader y sus lacayos deben entender que el pueblo acudió a las urnas con todo y el coronavirus para que enfrentara la lacerante verdad de la delincuencia.

Mientras hoy, que el pueblo se arriesgó, se enfermó, muchos están, contagiados y hospitalozados por ir a votar y en vez trabajar con ahínco, lo único que hacen es hacer fiesta como los monos, matándose a "rabazos limpios".

Entre los perremeistas hay pugilatos quien logra tener el sueldo y cargo más lujoso del momento. 

La sociedad,  sus instituciones asqueantes, un judicial podrido, una policía que nadie respeta, el poder político desacreditado y arrodillado ante los crímenes; mientas las mafias organizadas controlan estamentos estatales y se apoderan del país.

El país vive, en efecto, una gigante escalada de violencia que deja "sangre en cada esquina".

Enlutece a familais enteras y deja adolescentes húerfanos a granel.

Las mafias de delincuentes hace  años dominan los escenarios y permean instituciones estatales y privadas.

Y en los actuales momentos, sus ramificaciones se multiplican por lo blandengue del sistema y del flamante gobierno.

Hasta los adolescentes de pequeñas montas han aprendido el negocio, de lo rentable que resulta la delincuencia que traza rutas, pautas y ocupa espacios, donde, ni siquiera en los complejos de apartamentos y periferias de centros educativos se puede vivir en sosiego.

La violencia en el país es cada vez más feroz y nadie espaca de sus "garras".

La máxima de la delincuencia ha logrado someter a muchas personas de bien ante el miedo y la amenaza.

Esos delincuentes se colocan en áreas, sin importar quiénes vivan y lanzan su marco jurídico de que los jóvenes tienen que trabajar para ellos o la vida corre peligro de todo los que viven en el entorno.

Con  sus amenazas y presiones hacen que los lugares guarden el silencio, quye se sometan a la complicidad, hacerse de la vista gorda y nadie se atreve a denunciarlos ante la Policía, fioscales y jueces o so pena de aparecer muerto en cualquier momento.

En mi comdición de ciudadano no confío ni en policía, fiscales, abogados ni algunos jueces.

Denunciar a un delincuente, atracador, asaltante, vendedor de drogas, es ponerse en la boca del lobo. porque hya policías, abogados, jueces y fiscales que elos mismos los delatan.

Desde hace tiempo, el crimen organizado se enseñorea en importantes estados dominicanos.

La voluntad política de anteriores presidentes que ordenaron presencia militar ha sido insuficiente y hasta “fallida” ante estos crímenes y el actual gobierno no es la excepción.

De seguir así, que el gobierno siga permitiendo estas clases de acciones el país se podría convertir en un cementerio más grande de lo que ya es”.

El presidente Luis Abinader tiene que disponer manos duras contra estos criminales, limpiar los pasillos de la Policía y la Justicia de quienes fomentan la corrupción.

Este pueblo humilde y compuesto por hombres y mujeres que entregaron sus mejores años de vida y hoy se jubilan para tener un poco de sosiego, pero los delincuentes los asesinan a sangre fría.

Permitan tantos crímenes contra personas humildes y trabajadoras enfurece a la sociedad.

Se impone recordarle al presidente Luis Abinader, que la vida de un maldito delincuente, de un abogado, de un policía, de algún miembro del Ministerio Público, de un juez corrupto, jamás, indiscutiblemente jamás debe valer más que las de ciudadano honesto y trabajador.

El gobierno debe enfrentar y acabar con el auge de la delincuencia que arropa al país.

Es tiempo de hacerle “cara” a la rampante delincuencia, porque si el efímero gobierno tiene miedo, hay tiempo para arrepentirse de estar en la silla de alfileres y que se vaya para su casa.

La delincuencia se va expandiendo y sus lacayo cerrando los ojos yu haciéndose los indiferentes.

El pueblo votó por un cambio real, no por un cambio para andar pueblos por pueblo por pueblo y dándose la buena vida.

Sería importante determinar si el silencio y el miedo del gobierno no cambia de actitud, lo importante cabaldría decirles al pueblo que enfrentar la delincuencia es tan duro popr lo que hay que dejar al libre albedria que nos lleven fría y cobaldemente al sepulcro.

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