Alteración de actas de nacimientos a niños futuros peloteros hace perder millones de dólares

Por: Nathanael Pérez Neró

 

El pasado día 15 hubo razones de sobra para 85 prospectos y su entorno que rubricaron bonos de al menos US$300 mil. Ese grupo cobrará US$78 millones en los próximos meses al sellar su salto al profesionalismo con la apertura del mercado internacional 2024 de las Grandes Ligas.


Pero también hubo caras largas, no sólo en el grueso que no firmó, sino entre un grupo que estaba «amarrado» hasta el otoño pasado, esperando la referida fecha, pero que el departamento de investigación de la MLB descubrió que hubo alteración de identidad y esos preacuerdos de cientos de miles de dólares fueron anulados.


El fantasma del uso de actas de nacimiento de otras personas está de regreso en la industria de reclutamiento, un capítulo que se había superado a principio de la década pasada, impulsado por la automatización de captura, custodia y preservación de actas en el Registro Civil, que arrancó en 2007.


Con la diferencia de que el proceso se hace en la etapa más temprana y las víctimas son los entrenadores (y no los equipos), aunque fuentes reportan que también a los clubes se les «colaron» al menos dos el año pasado.


Un dueño de un programa que fue víctima de un fraude, que habló con DL bajo condición de no revelar su nombre, explicó que pagó US$20 mil por un joven cuando tenía «13 años», en 2021. Lo tuvo en su academia hasta 2023, ya preacordado por un bono de siete dígitos, cuando le llegó la información de que era tres años mayor.


El «acuerdo de gallero» fue anulado y la inversión de tres años perdida por lo que consulta con abogados para definir si demanda a quienes les «vendieron» al prospecto.


El común denominador de los casos es el de «adolescentes» de origen haitiano o dominicano con cambio de identidad.


Un agente con información privilegiada estimó que el número de jugadores «devueltos» supera los 50, entre ellos 22 con preacuerdos de siete dígitos.


La investigación encontró a un joven que firmaría en 2026, cuando tendría 17 años y tenía un pacto de palabras por US$1 millón, cuya edad real sería 21 años.


Otro club tenía acuerdo verbal con dos jugadores; uno por US$2 millones y otro por US$1 millón, para firmarlos en 2026 cuando tendrían 17, pero descubrieron que ya en 2023 su edad real era de 18 y 19 años.


La estafa mayor se produciría con un «fenómeno 2027» (que firmaría en 2028) y ya tendría «amarres» superior a los US$5 millones. El jugador tendría tres años más de lo que dice el documento con el que convenció al entrenador, que pagó una cifra «importante» para adquirirlo.


Desde la MLB, que velan para que los clubes recluten al jugador en su edad real y así cuidar su inversión, aseguran que la mejora en los métodos de investigación ha evitado que este tipo de fraudes afecten a los equipos, que al final son los más perjudicados cuando fichan a un jugador con una edad mayor a la que establece su documentación de identidad.


Una investigación del Departamento de Estado norteamericano revelada en 2003 por The Washington Post encontró que 554 peloteros dominicanos, entre ligas menores y MLB, tenían alteración en sus documentos de identidad.


Los US$1.5 millones que se esfumaron al descubrirse que era tres años mayor. El cambio de conducta una vez «amarró» con un equipo levantó sospechas en el entrenador.


Las falsificaciones han sido descubiertas antes de las firmas de los prospectos.


A un veterano entrenador que llevaba 23 meses trabajando a un prospecto que le habían llevado, del que se ganaría el 20% del preacuerdo por US$1.5 millones que había gestionado, le llamó la atención la conducta que comenzó a presentar una vez supo del «amarre» con el club del Big Show.


«Ya no quería entrenarse en el sol (solo en el túnel), protestaba con frecuencia, pasó de ser un muchacho que ni hablaba a presentar un comportamiento que no parecía del niño de 16 años que decía su acta», dice el técnico, que dice haber pagado US$20 mil para reclutarlo.


Comenzó a sospechar de la edad y empezó a investigar por su cuenta. Se dirigió a la escuela donde estudió y en el archivo, tras amenazar con someter a la justicia, confirmó su temor. Su nombre y apellido eran haitiano; en el centro educativo habían dos registros y en el original, el más usado, aparecía con tres años mayor. Tenía 19 años y no 16 para firmar el pasado 15 de enero.


La familia del joven ya había tomado un adelanto de RD$500 mil a un prestamista, para ser pagado cuando cobrara el bono. Pero esa deuda queda en el aire, así como los US$300 mil que el entrenador se ganaría si el reclutamiento se producía.


También el trabajo, los viajes, la alimentación, utilería que requirió tenerlo en sus instalaciones por casi dos años. Múltiples fuentes informan que el número de alteraciones supera el medio centenar.


La experiencia

José Daniel Ozuna, primo del toletero Marcell y del exjugador Pablo, ha hecho un nombre propio como JD Ozuna en casi tres lustros desarrollando prospectos. 


Un éxito tan acentuado que suyos son receptores de bonos tan grandes como Robert Puasón (US$5,1 millones) y Felnin Celesten (US$4,7 MM)… y contratos de siete dígitos para Japón con adolescentes dominicanos.


Pero, si bien entró al negocio (2010) cuando ya la MLB parecía haberse amurallado ante las falsificaciones de identidad, cada vez que a su programa llega un talento nuevo llama a su equipo legal y encarga una investigación, alguna de las cuales les han tomado meses y cientos de miles de pesos para evitar la pesadilla que afrontan decenas de colegas afectados por la más reciente ola de falsificaciones.


«Construir un nombre toma años, destruirlo segundos. Si un equipo descubre que un jugador mío estaba adulterado me habré ganado el dinero, pero habré perdido la confianza y eso se expande rápido en la industria, además de que no fui formado con esos valores», dice Ozuna.


Decenas de preacuerdos que estaba cerrados con prospectos de las clases 2023 y hasta 2026 han sido anulados en los últimos meses al comprobarse que la edad de los jugadores había sido adulterada.


Una cadena de engaños que en este caso ha afectado a los entrenadores y no a los equipos de la MLB, puesto que el escándalo ha estallado antes de las firmas.


Ozuna se ha protegido legalmente y en los contratos que suscribe con los adolescentes cuando llegan a su academia, en Guerra, se establece que en caso de alguna alteración de documentos puede emprender acciones legales.

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