Río Masacre: Entre la necesidad de desarrollo y el respeto a los tratados.
POR: JUAN PABLO BOURDIERD – Comunicador. Reside en Santiago Rodríguez.
La reciente
controversia en torno a la construcción de un canal en el río Masacre ha
resaltado una problemática que parece haber escapado al control del gobierno
dominicano. El escenario se complica aún más con la declaración de
incompetencia por parte del jefe de Estado haitiano respecto al cumplimiento
del Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje, firmado por ambas naciones
hace casi un siglo.
Este acuerdo,
suscrito el 20 de febrero de 1929, prohíbe explícitamente que Haití o República
Dominicana realicen obras que alteren el curso de los ríos fronterizos, una
cláusula que parece haber sido ignorada por los constructores actuales. Las
cuencas compartidas entre ambos países, incluyendo los ríos Artibonito,
Dajabón, Soliette y Pedernales, son testimonio de una geografía que demanda
cooperación y respeto mutuo.
En este
contexto, la figura de Guy Philippe, expolicía haitiano y líder paramilitar, ha
resurgido en el escenario político de Haití, prometiendo ser el salvador de una
nación que ha sufrido incontables calamidades. Sus promesas de erradicar las
pandillas en 90 días y continuar con la construcción del canal en el río
Masacre reflejan una determinación que, si bien puede ser esperanzadora para
algunos, también plantea serias preocupaciones sobre el respeto a los acuerdos
internacionales y la soberanía de las naciones.
El hecho de que
el río Masacre sirva como división fronteriza en aproximadamente 12 de sus 47
kilómetros de longitud subraya la importancia de este cuerpo de agua no solo
como recurso natural, sino también como símbolo de la relación entre Haití y la
República Dominicana. Las declaraciones de Philippe, sugieren que Haití tiene
el derecho de construir tantos canales como desee, desafiando la noción de
cooperación bilateral y plantean un precedente preocupante en términos de
diplomacia y respeto a los tratados.
La falta de un
mediador efectivo y la aparente inacción de los organismos internacionales solo
añaden incertidumbre a una situación ya tensa. Mientras tanto, los ciudadanos
de ambos lados del río se encuentran atrapados en medio de un debate que va más
allá de la mera construcción de un canal; se trata de cómo dos naciones
comparten un recurso vital y cómo sus líderes interpretan y respetan los
compromisos históricos.
El presidente
Luis Abinader se enfrenta a un dilema complejo. ¿Debe avanzar en la
construcción de canales en República Dominicana para solucionar problemas
internos a pesar de las implicaciones internacionales? O, ¿debería buscar una
solución diplomática que no solo respete los tratados existentes, sino que
también promueva una relación más armónica y cooperativa con Haití?
Este dilema no
es solo de naturaleza política o ambiental; es una cuestión de visión a largo
plazo para la región. La decisión que se tome hoy resonará en el futuro de
ambos países, afectando no solo la gestión de recursos naturales sino también
la percepción de cómo las naciones pueden y deben coexistir en un mundo cada
vez más interconectado. En este contexto, los líderes actuales no solo
construyen canales o infraestructuras, sino también el legado de cómo se
enfrentan a los desafíos compartidos y cómo se respetan los compromisos
pasados.
La historia del
río Masacre es una lección en curso sobre la complejidad de las relaciones
internacionales y la importancia de la diplomacia, el respeto y la visión en la
gestión de los recursos compartidos. Que la resolución de esta situación sea un
reflejo de esos valores es el desafío y la esperanza.
SabanetaSR,
Juan Pablo Bourdierd, Conflicto Canal Río Masacre, Tratado 1929 RD-Haití, Guy
Philippe Liderazgo Haití, Diplomacia Caribeña Recursos Hídricos, Desarrollo
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