Las causas que motivan mi confinamiento
Por: Ramón Antonio Veras.
1-De la misma forma que la mentira no es
nada saludable para la correcta formación
de los integrantes de la sociedad, la verdad le es provechosa porque
contribuye a enriquecer su adecuada orientación.
2.- El testimonio aportado por una persona de
lo que le ha ocurrido en una etapa cualquiera de su vida, puede servirle a otra
como experiencia. Las futuras generaciones tienen la posibilidad de utilizar las
vivencias relatadas por sus actores y utilizarlas como enseñanzas positivas y
aviso para corregir lo negativo y ratificar lo positivo.
3.- Cuando enviamos un mensaje partiendo de lo que real y efectivamente ha
ocurrido, contribuimos a que lo mejor de nuestro pueblo esté debidamente preparado para formarse una idea correcta de
lo que se le ha transmitido.
4-
Particularmente a mí, me gusta hacer del conocimiento público cualquier
hecho que pueda ser útil a la comunidad. Nunca es bueno guardar para sí lo que
beneficia a los demás.
I.-
Tiempo de internamiento en mi casa y en una clínica.
5- He hecho la introducción de este escrito
haciendo referencia al testimonio y a la importancia de dar muestra de un caso
del cual se ha sido testigo, porque en los últimos días he escrito algunos
artículos en los cuales he precisado el comportamiento que debemos asumir ante
el coronavirus, y en particular la necesidad de mantenernos en la casa para no
contaminar mediante el contacto físico.
6.- El día 21 del mes de febrero del año en curso 2020, sentí que no estaba
respirando normal. Por medio de un amigo, establecí comunicación con uno de mis
neumólogos, quien me indicó tomar algunos
medicamentos de los cuales he hecho uso en otras ocasiones que he estado
afectado del mismo quebranto.
7.- Luego
de transcurridos cuatro días, de estar encerrado en mi casa, y utilizando
las medicinas que me prescribió el amigo
especialista de las vías respiratorias, en vista de que no había superado la
afección, decidí llamarlo nuevamente y le expresé que continuaba con el mismo
cuadro de quebranto, y era mi deseo que procediera
al internamiento. Mi atento galeno acogió mi
petición y decidió que me trasladara a una clínica de Santiago de los
Caballeros, donde permanecí interno por espacio
de cinco días.
8.- El día 28 de febrero próximo pasado, mi médico consideró atinado darme el alta médica.
Al momento de abandonar el centro hospitalario me sentía ya recuperado, pero no
obstante permanecí sin salir de mi casa
porque en esos días estaba lloviendo y hacía mucho frío. ¿Qué ocurrió después?
II.- Estadía obligatoria
en mi casa
9.-Luego de salir de mi internamiento, me he visto obligado a permanecer en mi casa
por la presencia en nuestro país del coronavirus. He estado en un encierro
voluntario por necesidad. El enclaustramiento que llevo a cabo lo ejecuto mentalmente bajo un estado de confinamiento
por causa de fuerza mayor.
10.- He tenido que estar encerrado en mi
casa sin que nadie me lo imponga, en interés de permanecer con vida y porque me conviene no exponerme a
que me mate un enemigo que no conozco pero sé que existe.
11.- Estoy clarito. No me puedo equivocar
con mis contrarios que son sumamente peligrosos, y a los cuales identifico así:
primero, la tercera edad que es una
contendiente permanente e inseparable; segundo,
el problema respiratorio que es un
hostil sistémico y, tercero, el coronavirus, un
enemigo desconocido pero con signos de terrorífico, alevoso, perverso, sinuoso,
traidor, disociador y enigmático.
12.- Los citados inefables contrincantes,
que durante más de un mes me han mantenido confinado, para colmo tienen, además, como aliados a otros de mis contrarios
circunstanciales como son el clima frío y a veces la humedad.
13.- Mi situación de estar apartado del
mundo social, no es porque estoy enfermo, sino por una decisión muy personal para
no exponerme próximo a una desgracia.
14.-
Debo prevenir para evitar riesgos y no exclamar lamentos porque: “Acusar
a los demás de nuestras propias desgracias es consecuencia de la ignorancia;
acusarse a sí mismo es comenzar a entenderse; no acusar ni a otros ni a sí, esa
es la verdadera sabiduría”.
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