¿A quién le corresponde?
Por OLGA LIDIA BÁEZ. M.A.
– Orientadora.
En estos días leía una peculiar publicación en
la cual alguien colocó lo siguiente: ¿Quién pagará a los padres por hacer el
papel de docente en este mes?, al verlo, sentí tristeza y preocupación.
Esto trajo a mi memoria muchas interrogantes
respecto al papel de los padres y la educación de sus hijos, nuestra
responsabilidad para con ellos y todo lo vinculado a los mismos, pero más aún,
sobre los ciudadanos y nuestra consciencia respecto a lo que vivimos. Mientras
el mundo colapsa por la situación que encaramos (Coronavirus), otros solo
piensan en cosas diminutas, como lo anterior citado.
Dedicarle tiempo a ayudar a nuestros hijos en
sus quehaceres escolares, en lugar de dañar, permite tener un rose más cercano
con ellos. Verlos crecer, aportar a su
desarrollo personal e intelectual, darles seguimiento, que, por situaciones
personales, nunca habíamos podido hacerlo al cien por ciento; son cosas que no
tienen precio.
En los últimos tiempos la delincuencia ha
crecido considerablemente en el país y todos nos preguntamos las razones; como
respuestas podemos mencionar muchas; pero las principales son: falta de
supervisión de los padres a hacia los hijos y su poco apoyo; enfocarse en las
debilidades, más que en las fortalezas; personas con vacíos emocionales por la
carencia de afecto de las figuras principales en la familia (los/as padres y
madres); poco comunicación entre los docente y los padres; reglas sin
consecuencias o muy débiles y en algunos casos ningunas, tanto en la casa, como
en la escuela.
Todo lo antes expuesto, acarrea como
consecuencias, niños con baja autoestima, poco conocimiento o ninguno de los
límites, los cuales pueden verse reflejados en trastornos graves de conductas,
tales como: negativista desafiante y disociales, que sin ser detectados a
tiempo y recibido las ayudas pertinentes, pueden convertirse en un malestar
para la sociedad, la propia persona y por ende a la familia.
Para educar debemos hablar un mismo lenguaje,
es este, un factor fundamental para que los niños puedan entender y seguir las
reglas y normas establecidas, lo cual ha cambiado tanto en los últimos años,
padres que hablan mal del maestro y viceversa; y si lo mencionado anteriormente
es un principio fundamental para la crianza efectiva, ¿Puede haber buena
educación donde sucede esto?
Ahora bien, no es cuestión de quien tiene la
responsabilidad de enseñar o el salario que recibe, es la calidad del producto
acabado que llevaremos a la sociedad, les aseguro que, si a responsabilidades
vamos, la del padre/madre siempre será mayor, pero de igual manera para que
esto suceda debe existir apoyo y coordinación entre
familia-escuela-comunidad.
No es tiempo de pensar en quién recibirá qué,
enfoquémonos en quién está ayudando a nuestros niños a que sean mejores
personas, en el fomento de la práctica y construcción de los valores de
sensibilidad, sentido crítico y analítico, pertenencia y sobre todo, a que
tengan un proyecto de vida bien edificado.
Ayúdemelos a ser, la mejor versión de sí
mismo, el que sabe lo que quiere, jamás pierde el norte en el logro de sus
metas. Formemos personas para un mejor futuro, el cual, algunos dicen ser
incierto, pero su mayor parte dependerá de lo que hagamos y cómo lo hagamos
hoy.
Encuéntrate con Dios y preséntaselo a tus
hijos, hablen con él. Piensa en que todo esto pronto terminará, el sol volverá
a brillar, ahora serás más sabio y más precavido. Tus hijos volverán a las
escuelas, a las calles, preocúpate por que la diferencia hacia lo positivo sea
notoria en ustedes.
Recuperemos la esencia de nuestro ser, nuestra
dignidad como persona, miembro de una familia y sociedad, consagrado y con un
compromiso de ciudadanos y ciudadanas responsables y corresponsables del
desarrollo integral; cuando lo hayamos logrado, habremos rescatado la sociedad que
todos necesitamos y queremos vivir. Haz tu parte; yo haré la mía.
Ten presente: estamos en casa, no porque
queremos, lo hacemos para preservar nuestra vida y las de nuestra familia. Por
favor, quédate en casa, se prudente y enséñales a tus hijos a serlo.
En estos días leía una peculiar publicación en la cual alguien colocó lo siguiente: ¿Quién pagará a los padres por hacer el papel de docente en este mes?, al verlo, sentí tristeza y preocupación.
Esto trajo a mi memoria muchas interrogantes respecto al papel de los padres y la educación de sus hijos, nuestra responsabilidad para con ellos y todo lo vinculado a los mismos, pero más aún, sobre los ciudadanos y nuestra consciencia respecto a lo que vivimos. Mientras el mundo colapsa por la situación que encaramos (Coronavirus), otros solo piensan en cosas diminutas, como lo anterior citado.
Dedicarle tiempo a ayudar a nuestros hijos en sus quehaceres escolares, en lugar de dañar, permite tener un rose más cercano con ellos. Verlos crecer, aportar a su desarrollo personal e intelectual, darles seguimiento, que, por situaciones personales, nunca habíamos podido hacerlo al cien por ciento; son cosas que no tienen precio.
En los últimos tiempos la delincuencia ha crecido considerablemente en el país y todos nos preguntamos las razones; como respuestas podemos mencionar muchas; pero las principales son: falta de supervisión de los padres a hacia los hijos y su poco apoyo; enfocarse en las debilidades, más que en las fortalezas; personas con vacíos emocionales por la carencia de afecto de las figuras principales en la familia (los/as padres y madres); poco comunicación entre los docente y los padres; reglas sin consecuencias o muy débiles y en algunos casos ningunas, tanto en la casa, como en la escuela.
Todo lo antes expuesto, acarrea como consecuencias, niños con baja autoestima, poco conocimiento o ninguno de los límites, los cuales pueden verse reflejados en trastornos graves de conductas, tales como: negativista desafiante y disociales, que sin ser detectados a tiempo y recibido las ayudas pertinentes, pueden convertirse en un malestar para la sociedad, la propia persona y por ende a la familia.
No es tiempo de pensar en quién recibirá qué, enfoquémonos en quién está ayudando a nuestros niños a que sean mejores personas, en el fomento de la práctica y construcción de los valores de sensibilidad, sentido crítico y analítico, pertenencia y sobre todo, a que tengan un proyecto de vida bien edificado.
Ayúdemelos a ser, la mejor versión de sí mismo, el que sabe lo que quiere, jamás pierde el norte en el logro de sus metas. Formemos personas para un mejor futuro, el cual, algunos dicen ser incierto, pero su mayor parte dependerá de lo que hagamos y cómo lo hagamos hoy.
Encuéntrate con Dios y preséntaselo a tus hijos, hablen con él. Piensa en que todo esto pronto terminará, el sol volverá a brillar, ahora serás más sabio y más precavido. Tus hijos volverán a las escuelas, a las calles, preocúpate por que la diferencia hacia lo positivo sea notoria en ustedes.
Recuperemos la esencia de nuestro ser, nuestra dignidad como persona, miembro de una familia y sociedad, consagrado y con un compromiso de ciudadanos y ciudadanas responsables y corresponsables del desarrollo integral; cuando lo hayamos logrado, habremos rescatado la sociedad que todos necesitamos y queremos vivir. Haz tu parte; yo haré la mía.
Ten presente: estamos en casa, no porque queremos, lo hacemos para preservar nuestra vida y las de nuestra familia. Por favor, quédate en casa, se prudente y enséñales a tus hijos a serlo.
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