Antes de que se seque el pozo
Por Néstor Estévez
“No se
aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo”, reza un proverbio inglés.
Tan sabia
como actual, esta expresión del saber popular nos invita a hacer el mejor uso
de lo que tenemos, comenzando por el agua.
Además de
su aplicación general, este enunciado resulta oportuno a la luz de lo publicado
en estos días, en relación con la gestión del agua en nuestro país. Ha
trascendido que el Gobierno dominicano y el Estado de Israel elaborarán un Plan
Maestro de Gestión del Agua para la República Dominicana.
Según se
ha explicado, el Plan Maestro permitirá gestionar el agua desde el Estado con
claros criterios de eficiencia y eficacia, pero también creando las condiciones
de sostenibilidad a largo plazo.
Se
pretende, según se ha dicho, evaluar la disponibilidad actual, las pérdidas y
los usos de los recursos hídricos; formular escenarios alternativos de
desarrollo para la gestión del agua potable y demanda/uso en diversos
horizontes de planificación (2030, 2040, 2050).
Según el
anuncio, desarrollarán soluciones de acuerdo con la realidad territorial de
cada región, identificando fuentes alternas que satisfagan sus necesidades en
el consumo de agua potable y saneamiento e identificarán reglamentos legales
para la medición, consumo, preservación y protección de los recursos hídricos.
Y una
estimulante noticia es que también gestionarán el aseguramiento de las
principales fuentes para cubrir la demanda de agua en el futuro.
Como es
sabido, tanto por las sequías cíclicas como por ciertas lecciones de la
naturaleza, aunque no siempre sean atendidas ni entendidas y mucho menos
aplicadas, la adecuada gestión del agua es determinante para áreas tan diversas
como vitales para los conglomerados humanos.
Y es que
no se trata de un recurso cualquiera. Sencillamente se trata del sustento de la
vida. Quizás haga falta recordar que el agua es un recurso esencial para la
supervivencia de todos los seres vivos. Quizás haga falta recordar que el agua
es necesaria para el consumo humano, la agricultura, la producción de alimentos
y la preservación de los ecosistemas.
Pero lo
anunciado cuenta con otra valiosa característica. Que sea Israel quien acompañe
a la República Dominicana en esta experiencia tiene connotaciones muy
aleccionadoras.
El Estado
de Israel tiene un profundo agradecimiento hacia la República Dominicana por su
histórico apoyo y solidaridad. La República Dominicana fue uno de los pocos
países que abrió sus puertas a refugiados judíos que escapaban del Holocausto y
buscaban un lugar seguro para establecerse.
Aquel
gesto, valorado de manera reiterada por Israel y por la comunidad judía a nivel
mundial, también ha dejado huellas con valor agregado para el país receptor.
Como muestra se cuenta con el legado de laboriosidad y emprendimiento en que se
ha convertido la colonia de refugiados judíos en Sosúa, Puerto Plata.
Aquel
gesto fue punto de partida para que Israel y la República Dominicana hayan
mantenido relaciones diplomáticas sólidas y hayan trabajado juntos en áreas
como el comercio, el turismo, la cooperación técnica y el intercambio cultural.
Pero aún
más, el hecho de que Israel, un próspero Estado que inició con la compra de
terrenos que ni siquiera a quienes habían tenido el desierto como casa les
resultaban útiles, ha vivido en carne propia la valoración del recurso agua.
De manera
que, si en nuestro país aún abunda quien parece no reparar en tantas acciones
que desdicen del real valor del agua, en Israel tenemos a quien se le hace muy
natural explicarlo, sencillamente, porque lo ha vivido.
El común
de la gente se limitará a entender que en la mala gestión del agua solo cuentan
la contaminación industrial o la agrícola y el manejo de residuos sólidos. Pero
es recomendable reparar en que también las construcciones inadecuadas y hasta
el simple cepillado con el grifo abierto son muestras de dilapidación de un
recurso que no solo es cada vez más escaso, sino que sencillamente representa
la diferencia entre la existencia o el fin de la vida como la conocemos.
Ojalá que
esta renovación de relaciones con Israel sirva para demostrar que sí logramos
apreciar el valor del agua “antes de que se seque el pozo”.
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