Amelio Silva (Ismael), 47 años después de su asesinato en Salcedo


Amelio Silva Cabrera.

Por RAFAEL SANTOS
SALCEDO, R.D.- El 24 de mayo de 1973, es quizás una de las fechas más sombrías y que tanto salcedenses como mocanos jamás podrían olvidar. 

Ese día ocurrieron dos sucesos lamentables que marcaron la conciencia colectiva; el primero fue a eso de las 10 de la mañana, cuando una patrulla policial a bordo de la tristemente célebre recordada “Perrera”, cumplía la orden de darle muerte al luchador anti balaguerista y dirigente clubístico, Amelio Silva Cabreja.

El segundo (no menos importante), sucedió faltando pocos minutos para las 6 de la tarde, cuando el señor Ramón Silverio le arrancó la vida a la niña  de un año y pocos meses de nacida, Jazmín Siranny Hernández Núñez, la cual fue alcanzada por una pedrada lanzada por Silverio, hecho ocurrido en la esquina formada por las calles Sánchez con Restauración, en momento en que la tierna infante era llevada en brazo de su padre, el médico, Manuel Emilio Hernández (Pachelo) y su madre, Rosa Ursula Núñez (La Chava), cuando la pareja se dirigía a su residencia, que quedaba a pocos metros del lamentable hecho. 

Sin embargo y muy a pesar de que muchos estaban atentos a este acontecimiento, la tensión del pueblo se volcó más a la muerte del dirigente estudiantil y militante de izquierda Amelio Silva, al cual días antes, acusaban de lanzar en su Moca natal una bomba, en las inmediaciones del Centro de Recreo Los Jardines, hecho que fue divulgado por el periodista Inocencio Trejo, corresponsal en esa época del noticiario “Radio Mil Informando”.

Dicha acción tan pronto se dio a conocer, fue negada por el mismo dirigente político, argumentando que él se encontraba  en Salcedo y como tal, era esta una maniobra más del régimen el cual buscaba a toda costa eliminar a  Silva, quien no había aceptado las múltiples ofertas que por diferentes vías les hicieran.
“La Perrera”, vehículo de triste recuerdos para Salcedo durante los 12 años de Balaguer.

Fue así como en el 1971, es traído a  Salcedo, en donde se queda luego de salir de la cárcel  por insistencia de sus padres, los señores Aurora Cabreja y Alberto Silva, alojándose en la residencia del matrimonio de los señores José Polonia (Pullita) y Rosa Elba Blanco (Níña), en la calle Bubby Doshe # 5, del sector La Amargura,  con quien tenía parentescos familiares.

Residiendo en esta casa, Amelio logra terminar el bachillerato en el Liceo Emiliano Tejera dentro de la modalidad de estudiante libre, pues la persecución era tan fuerte en contra de “Ismael” (nombre con el que se le conocía para preservar su verdadera identidad).
  Una vez graduado de bachiller, Amelio.

Fue así como en el 1971, es traído a  Salcedo, en donde se queda luego de salir de la cárcel  por insistencia de sus padres, los señores Aurora Cabreja y Alberto Silva, alojándose en la residencia del matrimonio de los señores José Polonia (Pullita) y Rosa Elba Blanco (Níña), en la calle Bubby Doshe # 5, del sector La Amargura,  con quien tenía parentescos familiares.

Residiendo en esta casa, Amelio logra terminar el bachillerato en el Liceo Emiliano Tejera dentro de la modalidad de estudiante libre, pues la persecución era tan fuerte en contra de “Ismael” (nombre con el que se le conocía para preservar su verdadera identidad).

Una vez graduado de bachiller, Amelio se inscribe en la Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), en su recinto de Santiago, en la carrera de Derecho, pero acusado de distribuir unos panfletos en esa entidad, fue expulsado por lo que tuvo que luego inscribirse en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la carrera de Periodismo, la cual a los pocos meses abandona para regresar a Salcedo y ponerse al frente de los movimientos sociales de la época.

Tres días antes de ocurrir la muerte del dirigente político de izquierda, el 21 de mayo de 1973, un agente encubierto que se hacía pasar como revolucionario, se “encuentra” con Amelio en la residencia de la familia Miñoso, quienes tenían parentescos con Fior Vásquez, su novia y quien venía a “buscar una modesta contribución” para un supuesto movimiento que en días posteriores se llevaría a cabo en algunas localidades del Cibao, pero como ya el ex dirigente de la Unión de Estudiantes Revolucionarios tenía conocimiento de que se le buscaba y al conocer las reales intenciones de este personaje, de inmediato se enfrascaron en  una pelea que tuvo que ser disuelta por los presentes.

  Tres días después de este encuentro, una patrulla policial, compuesta por varios agentes a bordo de La Perrera, se presentó de manera atemorizante al barrio Cholongo,  en donde luego de una labor de inteligencia lo ubican en la residencia de su novia Fior, en la calle Doctor Manuel Tejada Florentino #44, propiedad de los padres de la prometida, los señores, Francisco Vásquez y Catalina García.

Tan pronto la uniformada se percata de que Amelio se encontraba en esta residencia, en compañía de su prometida, Fior Vásquez, en donde además componía un poema a su madre, la señora Aurora Cabreja, lo primero que los uniformados hacen, es cercar la vivienda, como disponer de un dispositivo policial por los alrededores de la manzana, por lo que al enterarse de que se le buscaba con fines homicidas trató de evadir la presencia de la uniformadas tirándose por una de las paredes que daban a la residencia del señor José Eliseo González.  Fue cuando una bala alcanzó una de sus piernas para luego de caer herido,  rematarlo con más de 15 impactos de balas, la mayoría de estos en su pecho.

Con el auxilio de los residentes del barrio Cholongo el cuerpo ya sin vida de Amelio fue llevado al “Centro Médico Doctor Manuel Tejada Florentino”, para de ahí ser llevado al hospital Pascasio Toribio Piantini, en donde luego del procedimiento de “rigor”, entregarle el cadáver a los esposos José Polonia (Pullita) y Rosa Elba (Niña) Blanco, quienes junto a una enardecida población lo llevaron a la ciudad de Moca, en donde al igual que en Salcedo, hubo fuertes manifestaciones de protestas, a tal extremo que ya en su ciudad dos personas murieron, la primera de un tiro que le propinaran desde la multitud por la manera imprudente de vociferar cuando pasaban con el cortejo fúnebre: “!que bueno que ya a los comunistas los están matando!”; mientras que el segundo , cayó muerto por un fulminante ataque al corazón, al enterarse de la muerte de Amelio Silva.


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