Santiago Rodríguez y la fiesta de San Antonio
San Antonio de Padua
Por Marcelo Peralta
El ajedrez es un deporte de valores.
Gana el jugador que consigue dar mate al rey
de su contrincante.
Se destinan veladas “interminables y
silenciosas".
El día 5 de julio del año 2020 las piezas
están en el tablero.
Quien se concentre, juegue en silencio, conquiste
a las gentes, es evidente que tiene posibilidad de ganar.
La cuestión está en la polarización
política.
La política es
la ciencia de la organización de las sociedades humanas y los estados.
Está la tesis de que el
poder desgasta.
Cuando las personas
observan que algo va en declive en vez de ayudar lo acercan al precipicio.
Pero, si el objeto a lanzar por el
precipicio es buen alpinista es posible que se salve.
Se ha dicho que en Santiago Rodríguez el
candidato que juegue las piezas del ajedrez de forma correcta podría ser el
senador.
Esta vez es la fiesta de San Antonio.
Hay uno de ellos que tiene agarrada la
cabeza del rey.
San Antonio era el Dios
de los animales.
Nunca usó zapatos en
sus pies.
Cuenta la historia
que su labor sacerdotal terminó cuando apenas tenía 40 años de edad.
Era tan amante de
los animales que el día que entrañable amigo Pedro, murió ellos estaban solos.
El día del entierro
de Pedro solo fueron as despedirlo Antonio, dos leones y otros animales.
Cuando San Antonio
tenía 20 años de edad, meditó y vendió todas sus posesiones.
El dinero recaudado lo entregó a los pobres y que se retiró a vivir a una
cueva sepulcral.
En
esa cueva, Antonio buscaba la purificación del espíritu a través de la negación
de los placeres materiales.
Dedicó
su vida a ayudar a los demás a buscar su vida espiritual en pleno desierto.
San
Antonio de Padua era un hombre poderoso.
Escritor
de muchos libros.
Valorado
por sus files.
Donde
quiera que la Iglesia lo enviaba para predicar se ganaba el aprecio y respeto.
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