“Médicos seres humanos y valientes”. No héroes.

Coronavirus: los médicos que se negaron a atender a pacientes de ...

Por Marcelo Peralta.

La retaguardia en el hogar nunca ocupará papeles secundarios.
Nunca antes habíamos tenido una enfermedad tan despiadada como el CIVIDS 19 que sacude el mundo actual.
Es la crisis cuyos hechos y circunstancias que nos dan tristeza por las secuelas dejadas debido a la cantidad de muertos, contagiados, daños económicos, emocionales y el trabajo riesgos de los médicos que hacen admirar y vivir.
Hay muchos hogares sintiendo que les falta uno de sus integrantes, porque sobra una tacita de café al amanecer; que alguien está ausente a la hora de contar un chiste en medio de la comida, el desayuno, la siesta o en la cena.
Niños que preguntan ¿Dónde está papá?. ¿Dónde mamá?....¿Por qué demoran mis padres en venir del trabajo?.....
¿Por qué prima el silencio a la hora de jugar?.   ¿Dónde está mi hermano?...¿O dónde está el vecino?...¿ Por qué tenemos tanto tiempo que no vamos a la escuela?.
¿Por qué no podemos salir de la casa?.. ¿Por qué mis abuelos no pueden abrazarnos?...¿Cuándo volveré a ver a mis amigos en el colegio?...¿Y cuándo volveremos al retozo en casa?..¿Debido a qué es que no se debe salir de las casas?.
Los abuelos realizan sus conjeturas como personas adorables que aprecian el tictac del reloj.

Ellos han vivido más tiempo. Compañeros de labores que sienten la ausencia diaria de su colega.

Mientras regresan a sus casas después de una jornada laboral forzosa, observan a la madre rezando, a su manera, rogando al Supremo que encerró aquel beso de despedida acompañado de un «Cuídate mucho, hijo».

Hoy, hay parejas que sienten la ausencia del aliento en el lecho, de las tareas compartidas, y no son pocos los que extrañan a sus vecinos, a hijos, hermanos y amigos que el COVID 19 lo devoró.
Mientras se ha perdido un ser querido. Pero hay otros que demuestran la grandeza de República Dominicana, que lo dan todo por su pueblo.
En eso están, desde los titánicos que visten batas blancas, las enfermeras, camilleros, choferes de ambulancias, los hombres, mujeres que limpian los pasillos, las cocineras que asumen retos increíbles, hasta el trabajador de servicios convertido en un actor indispensable en esta nueva epopeya.
Y sería imposible escribir la historia sin el aporte de los médicos y paramédicos seres queridos que se extrañan cuando noches inspiran a contar estrellas para conciliar el sueño.
Muchos de esos profesionales llevan horas y horas sirviendo a la Patria que los vio nacer; otros que han sido adoptados pasando la mil y una noche tratando de salvar vidas a sus hermanos.
Pocos seres humanos valoran la función de los médicos; los sacrificios que hacen sus padres para pagar la formación universitaria, entregarlos a la sociedad y los que sufren esos profesionales cuando uno de sus pacientes muere.
Los médicos son protagonistas, de veras.
“Esos profesionales no son “héroes” quieren hacerlos llamar algunos políticos “viralatas y oportunistas tratando sacar ventajas políticas con el dolor y sufrimientos de esos abnegados seres humanos en esta encrucijada del COVID 19”.
La retaguardia en el hogar de las familias de médicos nunca ocupará papeles secundarios.
Después que pase la nefasta campaña política y aminore la pandemia del COVID19 aparecerá un buen día en que retorne esa tacita de café con chocolate, como augurio de la nueva jornada, y vendrá ese chiste que hoy falta en la sobremesa.
Cada momento tiene sus verdades, y aunque muchos para confundir a la sociedad usan la condición de héroes alcanza una dimensión especial, porque estamos en el maldito proceso electoral, bien vale hacia aquellos que defienden la vida, no con un arma, sino portando el deseo de darlo todo por la existencia como el mayor tesoro humano.
Es la gloria para quienes demuestran sentimientos hallados, ética ilimitada, la voluntad aferrada y negada por los infaustos políticos que han estado y quieren volver a sacrificar al pueblo a quienes reniegan las más nobles causas de sobrevivencia.
En República Dominicana se aplaude cada noche a estos valientes médicos que salvan al pueblo.
Cada vez las palmas baten con fuerza y suman más quienes desde el balcón y las puertas hogareñas tributan un premio simbólico por cuántas vidas salvan a cada instante.
Para los médicos, que son seres queridos, valientes, vayan los aplausos y la gratitud por haber inculcado la dignidad entre los que saben amar con todas las fuerzas del alma.

Comentarios