Gobierno de Luis Abinader se divorcia de la salud del pueblo dominicano y juega a la aberración haitiana.

Por Marcelo Peralta

Santiago, R.D.-Da vergüenza la incapacidad que exhibe la Policía en el gobierno de Luis Abinader, que descuida su rol ciudadano para dedicarse a recoger bocinas y cuidar establecimientos comerciales privados. 

Tienda, bancos, restaurante, supermercados, clínicas entre otros negocios privadas, aunque hayan descuidado su misión de salvaguardar la seguridad ciudadana, prevenir, controlar delitos, perseguir, investigar infracciones penales, la paz, tranquilidad, mantener, controlar el orden público, el pueblo debe pagar impuestos caros al Estado sueldos de policías y sus directores. 

Por ese fenómeno, se ha deteriorado en un alto porcentaje la convivencia humana porque el gobierno de Luis Abinader descuida la seguridad del pueblo, como ha permitido que el país se llene de haitianos ilegales, por la mafia que permita exista en la frontera. 

La epidemia de la presencia haitiana se agudiza, es dolor de cabeza, un franco desafío, irrespeto a la Soberanía nacional, generará en el porvenir niveles de violencia, intranquilidad y desasosiego en las familias dominicana por lo arraizado en que se percibe esa problemática de la haitianización. 

Muchos inmigrantes dedicados al oficio del motoconcho irrespetan al ciudadano improvisando tiendas en las aceras, paradas de motocicletas, negocios de venta de frutas, víveres, ropas, zapatos, tenis de segunda y tercera manos y nadie interviene. 

Contaminan el área al defecar, orinar afectando casas, negocios, centros educativos, sanitarios, ocasionan daños al medio ambiente, repercusiones degradantes a la salud, implica molestias, riesgos sanitarios, a la Naturaleza, a edificios comerciantes, viviendas familiares. 

Especialistas de la salud, explican la contaminación ambiental causa efectos sociales graves, salubridad, higiene, baja la calidad de vida, dolores estomacales, sube la presión arterial, causa fatiga, estrés, depresión, ansiedad, aislamiento, irritabilidad, agresividad, histeria y secuelas diversas. 

El ciudadano que hace vida nocturna en Santiago puede percibir la carencia de salubridad, “hedor” en calles céntricas, barriales, urbanizaciones por donde pululan millares de mal acostumbrados haitianos, haitianas, violando la Ley 285-04 y la Ley 42-01, promulgada el 8 de marzo del 2001 y que se apliquen sus reglamentos en la organización del sistema de Salud Pública. 

Las calles de Santiago y el país son una especie de aberración, violencia, irrespeto a las normas, costumbres, leyes dominicanas, porque la mayoría de haitianos irrumpen la paz y armonía que caracteriza al país.

Iguales situaciones se verifican en muchos apartamentos con la música a alto volumen, ladridos como perros, alarmas de vehículos, estacionan vehículos donde les dé su gana, alzan la voz, hacen ruidos incesantes, motocicletas sin silenciadores, arreglados, luces de días y noches, pese estar prohibidas. 

Se plantea legisladores deberían reformar la Ley 287-04; establecer nuevas regulaciones; sanciones a infractores, garantizar y prevenir la salud de los ciudadanos.

 

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