A propósito de la celebración del día de la Restauración de la República.
Ese día se celebrará el 156 aniversario de la Restauración de la
República Dominicana, fecha en que nuestra nación se liberó del imperio
español, volviendo a ser libre y soberana, tal como lo soñó, ideó, luchó y se
sacrificó el fundador de nuestra nación, el Patricio Juan Pablo Duarte Diez.
Según la Real Academia de la Lengua Española, restaurar significa:
reconstruir, reponer, restablecer, rescatar, reparar, recuperar, recobrar,
readquirir, volver a ser u obtener lo que alguna vez fuimos o tuvimos.
La independencia de la República Dominicana, lograda a base de
sacrificio, fuego, sangre, sudor y lágrimas el 27 de febrero de 1844, fue
usurpada, mancillada, malograda y entregada por el caudillo Pedro Santana, el
26 de marzo de 1861, cuando por voluntad propia decidió anexar la República
Dominicana a España, convirtiéndonos de nuevo en una colonia de esa potencia
europea.
El 16 de agosto 1863, después de encarnizadas batallas, un puñado de
valientes y fervorosos patriotas, encabezados por Gregorio Luperón y entre los
que se encontraban: Ramón Matías Mella, Fernando Valerio, Benito Monción,
Santiago Rodríguez, José María Cabral, Gaspar Polanco, Pedro Antonio Salcedo,
Cayetano Germosén, Marcos Trinidad, Benigno Filomeno Rojas, Basilio Gil, José
Cabrera, José Contreras; Francisco del Rosario Sánchez, María Trinidad Sánchez
y Antonio Duvergé (fusilados); José María Imbert, Antonio Pimentel, Ulises
Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Carlos Lora, Ulises Hereaux, José
Antonio Hungría, Olegario Tenares, Eugenio Perdomo, Alfredo Detjén, entre
otros, decidieron ponerle fin a la anexión y devolverle a nuestro país su
soberanía e independencia al derrotar al poderoso ejército español.
Pero si bien es cierto que en materia de soberanía somos libres e independientes
y que hemos tenido grandes avances en muchos aspectos, aún no nos hemos
liberado del flagelo de la: delincuencia, inseguridad, pobreza, inversión de
valores, falta de aplicación de una verdadera justicia, ignorancia, corrupción,
tanto pública como privada; del enriquecimiento ilícito, lavado de activos y el
narcotráfico; endeudamiento externo, entre otros.
Necesitamos restaurar urgentemente nuestra familia, la falta de
transparencia y la rendición de cuentas de nuestros funcionarios públicos; nuestro
sistema de partidos políticos, la confianza, la esperanza y la fe perdidas en
nuestro país y en nuestras instituciones públicas; el respeto a las leyes, a
las autoridades, a los recursos naturales y al medio ambiente; los valores y
símbolos patrios, la defensa de nuestra frontera; los valores y los principios
morales, el pudor y las buenas costumbres.
Necesitamos, en fin, restaurarnos nosotros mismos, para de esta manera,
poder restaurar nuestras instituciones públicas, a los distintos poderes
del Estado, y por consiguiente, al país que tanto queremos.
Cuando cada uno de nosotros cambie de actitud y actúe correctamente;
cuando cumpla con sus obligaciones y deberes ciudadanos, solo así lograremos la
verdadera Restauración de la República. Que así sea.
El
autor es Contador Público Autorizado.
Máster
en Relaciones Internacionales y diputado al Congreso Nacional
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