A siete años de la tragedia de Marcelo Peeralta .
A siete años de la tragedia de Marcelo Peralta, sus amigos y periodistas Fiordaliza Taveras, Kilvin Toribio Uceta y José Afredo Espinal, quienes eran directivos del Colegio Dominicano de Periodistas y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa-SNTP- lo visitaron a la sala del Seguro Social donde estuvo internado.
Por Adalgisa Germoso y Alex Reyes.
La
vida es un sueño.
Es
una obra humana paradigmática.
He
sido perseguido por la muerte; rescatado y salvado por el creador de la humanidad.
El
ser humano es un desierto acompañado de un laberinto.
Hay
ocasiones en que el ser humano pasa por tragedias que luego se esconden tras
las acciones solidarias.
Foto de Marcelo Peralta ahora.
Pero,
el que ha sido afectado queda “marcado” para siempre.
El
día 25 de julio del año 2012 se torna “imborrable de mi mente”.
Después
del “milagro” que hizo Dios, dentro de mí está la paciencia y de quienes me
rodean.
Dios
es parte de mí y siempre está protegiéndome.
Para
otros, este hecho lo devastaba.
Dios
puso todo su esfuerzo para evitar que yo quedara inválido o desapareciera
físicamente de la faz de la “Tierra”.
Por
eso, doy gracias, muchas gracias a mi “Dios por lo que ha hecho y hace conmigo”.
“Mi
fe hacia él derriba montañas”.
Estoy
consciente que vivir no es para siempre, pero sobreviviré sano y disfrutando la
vida hasta que “Dios quiera, porque a él me debo”.
Hay
tragedia, sin importar sus índices llega al ser humano cuando uno cree estar
lleno de vida, siendo ahí en que es perseguido por la muerte.
En
la ciencia ficción se permite expresar la realidad de una forma más profunda, basado
con mayor potencia metafórica.
El
futuro de las personas tiene las mismas ventajas que el presente para
adentrarse en todo aquello en que siempre hay miedo a la muerte.
Ahí
surge la convivencia basada con la característica incertidumbre.
Ello
proporciona al ser humano la oportunidad de levantarse de un mundo lleno de incertidumbre
y perspectivas.
En
ese “horror”, desperté la noche del 25 de julio del año 2012, con sudor,
impotencia, inmóvil físicamente, sin vista, perdí la razón, la conciencia;
entre lágrimas como gotas entre la lluvia descarriada, en una situación sin poder
pedir auxilio.
Recorrí
entero el apartamento en que vivía y que Dios me permite seguir viviendo arrastrándome
como un reptil y luchando como una “fiera herido”.
El
teléfono de la casa cuando traté de usarlo para llamar a los a los vecinos más
cercanos se desconectó de la red.
Ese
mismo día eran las fiestas del Patrón Santiago el Mayor y por los alrededores
del edificio percibía el murmullo de las personas que llegaban a sus
apartamentos.
“Eso
era fenomenal que llegaran a sus apartamentos; pero cómo les digo que estoy en
esas condiciones si no podía hablar”.
Confieso
que duré en esas condiciones por espacio de 8 horas tirado moribundo en el piso
al recorrer boca arriba desde la casa hasta la puerta principal de mi
apartamento.
Entre
sueño, agonía, con el lado derecho de mi cuerpo completamente muerto, una “silueta”
con un traje color blanco vestida de cuerpo completo, me tocó el rostro diciéndome:
No temas que tú no te vas a morir.
Desperté
con los rayos del Sol que penetraban porque las persianas de la sala estaban
abiertas.
“Ahí
escuché la voz a los lejos del locutor Rafael Merete que descendía de su
apartamento que está al frente del que está en donde vivo y recuerdo que le día
voy enfermo y me dijo y cómo abro la puerta recordado que le dije rómpala que
mi vida vale más que ese material.
Aprecia a sus vecinos a quienes valora y respeto me rescataron, trasladaron al
médico en estado de coma y con la ayuda de Dios, los vecinos, mis hijas, los
periodistas, locutores, fotógrafos, el equipo de MEDIOAMBIENTE; de ANESVAD de
España y mi compadre René Estévez; a Don Quique Pérez que aunque hace algunos
meses murió, quienes aportaron sin condición para cubrir gastos médicos.
A
otra persona desde el mis instante de la tragedia se integró a mi cuidado como
fue Doña Fiol Inoa, mujer abnegada, honesta, decidida, quien se desvelaba para
estar a mi lado, perdiendo sueño y todo lo que estaba a su alcance dándome ánimo
levantando mi autoestima y gracias a Dios estoy aquí.
Todos sus buenos y extraordinarios vecinos del edificio 102 a quienes admiro, agradezco y respeto; sus hermanos Dalia, Margaria, Mercedes, José Higinio, Rafael, Alejandrina y sobrinos, amigos re relacionados.
A Miledis Balbuena y sus hijos, Paula, Argenis; Ramón Marte y su esposa Sandra Chávez; Adriano Reyes, Zoilo Díaz, Carlos Mercado, Felicia a quien valoro; a Gladis Gómez que es mi orientadora, consejera; Francisca Escoboza, Seneida, Anaida Polanco, a todos y todas las personas de corazones nobles que estuvieron presentes en mi debacle, les doy las gracias en estos siete años de esa trágica y traumática época.
Estos
hechos obligan al ser humano a construir
una realidad coherente, lógica, increíble, haciendo un paréntesis de diferencia entre el pasado y el momento
actual.
Nos
obliga a construir un mundo entero, con su pasado, presente, el porvenir,
basados en reglas, leyes, con los más mínimos detalles, ejemplos y valorar lo
que Dios hace por uno.
En
mi caso, lo digo que de los 7 mil millones de personas que vivimos en la
Tierra, Dios me escogió para salvarme y sanarme.
“Me
siento bendecido por haber sido escogido por Dios” en esta especie de “rompecabezas”,
al sufrir esa inolvidable tragedia del Accidente Cerebro Vascular en que los
médicos no me garantizaban sobrevivir.
Hoy,
día del padre, Vidal Bourdierd, su esposa, Doctora Ibeny Peralta que es mi hija
mayhor; sus hijas que son mis nietas Isabella, Valentina y Emma; más mí otra
hija Maller Peralta me regalaron un fin de semana para Puerto Plata, no
obstante decidí abstenerme y quedarme en mi apartamento en proceso de “meditación”.
Sé
que con disgustos accedieron, aunque percibo que no aceptaron como buena y
válida mis excusas.
Como
seres humanos comprensibles, ellas saben las causas y razones de mi postura
adversa.
Vidal Bourdierd, mis
hijas y mis nietas, todos, caracterizados como seres humanos
increíbles, auguro que Dios los cuide donde quiera que vayan.
Reacciones de Marcelo Peralta.
“El
dinero no significa nada para mí” si es para enriquecerme.
Vivo
con lo que Dios me proporciona, porque
lo que hizo, hacer y hará por mi vida es suficiente.
“Estuve
enfermo y me sanó”.
“En
esta tragedia perdía la vista y me la retornó”.
“Mi
habla desapreció por varios días y no sabía lo que hablaba y lo tengo mejor que
antes”.
“Perdí
la memoria, me la devolvió y me la organizó ahora mejor que la anterior”.
Y
lo digo con orgullo que mi idea de la felicidad está vinculada con la paz, armonía
que Dios me da; para compartir con los seres que amo y les ofrezco respeto.
No
ambiciono tener saldos bancarios de varios dígitos.
Ahí
no es donde se refleja la esencia de mi vida.
Trato
de pasar por el mundo sin dejar acciones dramáticas por acumular dinero, como se vanaglorian muchos.
Desde
mi infancia aprendí a vivir de lo que ganaba.
Eso
mismo que me enseñó mi madre Rosa Bernard lo he llevado durante toda mi vida.
No
voy a ningún lugar si no tengo dinero suficiente para honrar los compromisos
económicos en que incurra y no forzar el bolsillo del amigo.
“Jamás
quiero ser un hombre acaudalado juntando dinero para que los delincuentes me maten;
que origine y “trunque” mi libertad y provoque la enemistad de la familia.
Anhelo
lo suficiente que Dios me dé para sobrevivir; que me permita seguir recibiendo
el amor, el respeto y el valor de mis seres queridos.
Porque
aprendí de esta tragedia, que espero en Dios que jamás permita volver a
vivirla, ya que está marcada en mi biografía.
“Vivir
una enfermedad de la índole que me tocó es como salvarse de la caída de un
avión que en pleno vuelo que se incendia a 53 mil pies de altura”.
Pero,
ahí estuvo el “Milagro del que todo lo hace, lo sabe y lo realiza”: “Dios”,
junto a la comprensión, paciencia, serenidad, amor de mis seres queridos y la
perseverancia que me caracteriza.
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